Informe y texto: Karina Donangelo
La paz y el principio del fin
Pese a los intentos denodados del hombre, por conseguir la paz, las situaciones de guerra, anexiones, dominación o sometimiento no han dejado de multiplicarse. Mientras los gobiernos del mundo discuten, y las Organizaciones Mundiales se desmoronan, la humanidad se precipita hacia un laberinto, cuyo punto final no es más que la destrucción.
A lo largo de este siglo, el papel desempeñado por las organizaciones mundiales, en aras de la paz plantea más interrogantes que respuestas y un cúmulo de fracasos, frustraciones y desengaños.
Y no porque no hayan existido "buenas intenciones", sino porque con ellas solas no alcanza para consolidar la paz verdadera y promover la hermandad de los pueblos.
La historia de estos organismos revela su ineficacia. Muchos de sus miembros se han pronunciado en favor de la paz. Mientras que otros, se han explayado en discursos insostenibles, y los acuerdos que firmaban con la mano, los borraban con el codo.
A fines del siglo XX podemos decir que no han sido pocos los esfuerzos del hombre por crear un mundo mejor. Sin embargo, la humanidad hoy es víctima de lo mismo que creó: un monstruo caracterizado por el egoísmo, el segregacionismo étnico o racial, la corrupción política y económica, la ambición y la codicia.
Pese a los intentos denodados del hombre, por conseguir la paz, las situaciones de guerra, anexiones, dominación o sometimiento no han dejado de multiplicarse. Mientras los gobiernos del mundo discuten, y las Organizaciones Mundiales se desmoronan, la humanidad se precipita hacia un laberinto, cuyo punto final no es más que la destrucción.
A lo largo de este siglo, el papel desempeñado por las organizaciones mundiales, en aras de la paz plantea más interrogantes que respuestas y un cúmulo de fracasos, frustraciones y desengaños.
Y no porque no hayan existido "buenas intenciones", sino porque con ellas solas no alcanza para consolidar la paz verdadera y promover la hermandad de los pueblos.
La historia de estos organismos revela su ineficacia. Muchos de sus miembros se han pronunciado en favor de la paz. Mientras que otros, se han explayado en discursos insostenibles, y los acuerdos que firmaban con la mano, los borraban con el codo.
A fines del siglo XX podemos decir que no han sido pocos los esfuerzos del hombre por crear un mundo mejor. Sin embargo, la humanidad hoy es víctima de lo mismo que creó: un monstruo caracterizado por el egoísmo, el segregacionismo étnico o racial, la corrupción política y económica, la ambición y la codicia.
Los primeros intentos para restaurar la paz
Hubo una vez un hombre, llamado Woodrow Wilson, que en 1913 llegó a ser vigésimo octavo presidente de los Estados Unidos. Un año después estalló la Gran Guerra en Europa, cuya violencia llegó a extremos insospechados.
En un principio, los norteamericanos se opusieron enérgicamente a intervenir en ese conflicto europeo y adhirieron a la neutralidad, como idea fundamental de la nación.
El presidente Wilson intentó por todos los medios conservar el aislacionismo de su país. Pero distintos sucesos provocaron un cambio radical en el escenario mundial.
En 1916, los alemanes anunciaron que toda nave beligerante o neutral sería un blanco para sus submarinos. Esto significaba que, los barcos estadounidenses, ya no estarían libres del peligro en alta mar.
Wilson se encontró "entre la espada y la pared" y se vio forzado a aceptar la declaración de guerra contra Alemania. En un discurso dirigido al Congreso de su país dijo que "los Estados Unidos estarían luchando para la paz final de la Tierra y para la liberación de sus pueblos". Y expresó: "Se tiene que crear un mundo seguro para la democracia". Pese a que el Congreso aprobó su decisión el 6 de abril de 1917 y el pueblo norteamericano lo vitoreó, Wilson no se sentía feliz con este nuevo peso. "Considera por qué estaban aplaudiendo - dijo él después, a uno de sus asistentes-; el mensaje que pronuncié hoy, fue un mensaje de muerte para nuestros jóvenes. ¡Qué extraño parece que aplaudan por eso!". Unos minutos después, "se limpió las lágrimas de los ojos y entonces bajó la cabeza sobre la mesa de la Cámara del Consejo de Ministros y sollozó, como si hubiera sido un niño". (Mr. Wilson's War, por John Dos Passos).
Unos meses antes de que Estados Unidos participara en la guerra, Wilson comenzó a planificar arreglos para la paz en la Tierra. Según su biógrafo, Gene Smith, él ideó "el establecimiento de una Liga o Sociedad de Naciones, que serviría de foro para la dispensación de justicia a todos los hombres y eliminaría la amenaza de la guerra para siempre".
Su ilusión era crear una "paz sin victorias", gracias a la cual se exterminara a los gobernantes autocráticos y militaristas.
Las bases para las negociaciones de paz se resumían en 14 puntos. Estos consistían en cinco ideales que toda nación debía respetar; además de 8 puntos referidos a los problemas específicos, de índole política y territorial. El decimocuarto punto era el más importante, ya que representaba el mismísimo corazón de la cruzada emprendida por Wilson: el establecimiento de una Liga o Sociedad de Naciones.
En noviembre de 1918, los ejércitos alemanes estaban a punto de ser derrotados. Se les ofreció un armisticio que pusiera fin a la guerra y se iniciaron negociaciones en las que participaron varios ministros.
Wilson, al hacer su gira por Europa (antes de la Conferencia de Paz en París) era visto por las muchedumbres como un "héroe del pueblo". Predicaba el evangelio de la paz y su figura llegó a ser muy popular.
La Sociedad de Naciones, finalmente, fue creada en 1920, en la ciudad de Ginebra. Un 3 de febrero de 1924 Woodrow Wilson murió y con él se fueron las esperanzas de un mundo mejor.
Después de su creación y durante quince años no se volvió a declarar oficialmente ninguna guerra en el mundo. Sin embargo, la Sociedad de Naciones no pudo evitar que Bolivia y Paraguay fueran a la guerra en 1933.
Tampoco pudo impedir que Benito Mussolini desbaratara a Etiopía en 1935, expulsándola de la Liga y luego retirándose Italia misma de la Sociedad en 1937.
Durante el año siguiente, siete naciones latinoamericanas abandonaron la Sociedad. Y poco a poco, la imagen idílica de esta organización se fue desmoronando.
La Sociedad de Naciones tampoco intervino en la Guerra Civil Española desatada en 1936, pese a que Alemania e Italia prestaron apoyo material a la rebelión del General Franco, contra el gobierno republicano de Madrid
Este hecho, sumado a muchos otros, significó el prolegómeno de "una muerte anunciada". Es decir, el deceso de la Liga de Naciones, frente a una nueva catástrofe, demasiado inminente para las sociedades de esa época: la Segunda Guerra Mundial.
"El Tratado de Versalles ya no existe..."
Hitler había subido al poder en Alemania en 1934 y desde entonces puso en marcha la temible policía del Estado (GESTAPO), y llevó a cabo el programa del "Mein Kampf", que incluía el exterminio del judíos en campos de concentración; y por el otro lado, una política de expansión destinada a abolir todas las cláusulas del Tratado de Versalles, y dotar a Alemania de un "espacio vital" constituido por todos los territorios que en tiempos pasados habían sido alemanes.
Inició su carrera ocupando Austria y Checoslovaquia. En agosto de 1939, Hitler, por medio de su representante, entregó un mensaje al Alto Comisario de la Sociedad de Naciones, en Danzing, que decía: "Usted representa el Tratado de Versalles, ya no existe. En dos horas se izará sobre esta casa la svástica (bandera nazi)"...
El 1 de septiembre de 1939, los ejércitos de Hitler invadieron Polonia. Gran Bretaña y Francia tomaron represalias, declarándole la guerra a Alemania.
Así empezaba la Segunda Guerra Mundial. Y también la caída estrepitosa de la Sociedad de Naciones.
Para 1946, la sucesora y heredera de esperanzas seria la Organización de Las Naciones Unidas (ONU).
La lucha por la paz de las Naciones Unidas
Debido a la II Guerra Mundial, la Sociedad de Naciones había suspendido sus funciones. La pregunta del mundo era si continuaría operando, aún desde el abismo de su inactividad...
Hubo otro hombre que también fue un ferviente luchador de la paz. Su nombre era Dag Hammarskjöld, aunque muchos lo llamaban "Señor ONU".
En cierta ocasión declaró: "La Organización de Las Naciones Unidas marchará como partícipe en los esfuerzos de todos los hombres de buena voluntad -prescindiendo de su credo o forma de adoración- para establecer la paz en la Tierra". Este hombre fue uno de los principales impulsores de la creación de la ONU.
En abril de 1945 se celebró una conferencia en San Francisco para adoptar una Carta para Las Naciones Unidas. Las 51 naciones fundadoras fueron firmantes de la declaración.
No obstante, el fundamento más firme y preciso de esta nueva organización lo colocaron Franklin D. Roosevelt, Winston Churchill, Josef Stalin y sus respectivos consejeros.
Estos hombres representaban a las tres cúpulas de poder, en el orden mundial. Celebraron sucesivas conferencias en Moscú, Teherán, Yalta, etc.
La Asamblea General de la ONU celebró su primera sesión en enero de 1946. El primer Secretario General fue el noruego Trygue Lie. Él sería el responsable de preservar la paz y promover el progreso en un mundo acosado por la pobreza, los disturbios y la conflictiva realidad entre las grandes potencias del mundo.
El Secretario General o el encargado del mundo
El Secretario General es el más alto funcionario administrativo de la Organización, y su cargo le permite llamar la atención del Consejo de Seguridad de la ONU, respecto a cualquier asunto que en su opinión pueda poner en peligro el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales (Capitulo 15, art. 97, 99).
En abril de 1953, Dag Hammarskjöld sucedió a Trygue Lie. Este último, como primer Secretario General de la ONU se había encontrado atrapado entre dos frentes: los soviéticos, que lo rechazaban por haber apoyado la intervención en Corea, y la derecha estadounidense, que consideraba a la ONU como un frente comunista, y que había pedido la retirada de la organización de EE.UU.
Recordemos que durante la posguerra el escenario político se había transformado en un mundo bipolar. Estados Unidos y la Unión Soviética lideraban dos bloques enfrentados ideológica, política y militarmente.
Mientras que para Estados Unidos, el objetivo principal era la consolidación, el fortalecimiento del bloque occidental y la contención de la URSS; para la ex Unión Soviética era la creación del Kominform (Oficina de Información Comunista) que significó una más estrecha dependencia de los partidos comunistas europeos al poder soviético.
En suma, ambos países aparecían como los dos polos, en torno a los cuales estaban llamados a colocarse los pueblos del mundo para afrontar los problemas de la paz.
Con el tiempo, la influencia del Secretario General aumentó mucho más, al punto que durante la crisis desatada en el Congo en 1961, Dag Hammarskjóld reunió a 20.000 soldados y técnicos procedentes de 18 países para ayudar a poner fin a dicho conflicto.
En 1964, U. Thant, quien ocupaba en ese entonces el cargo de Secretario General, tuvo bajo su dirección a tres contingentes simultáneos para el mantenimiento de la paz en el mundo.
Años más tarde, el peruano Javier Pérez de Cuellar estuvo al mando de los contingentes de paz de la ONU en Chipre y en Oriente Medio (Guerra del Líbano, de Afganistán, de Irán e Irak). Dirigió también el Secretariado, con casi 8.000 personas a su cargo en la sede de la ONU en New York.
El actual Secretario General de las Naciones Unidas es el Sr. Ban Ki-moon, de la República de Corea, Es el octavo secretario de este organismo. Y cuenta con treinta y siete años de experiencia, al servicio del Gobierno de su país y en la escena mundial.
Hubo una vez un hombre, llamado Woodrow Wilson, que en 1913 llegó a ser vigésimo octavo presidente de los Estados Unidos. Un año después estalló la Gran Guerra en Europa, cuya violencia llegó a extremos insospechados.
En un principio, los norteamericanos se opusieron enérgicamente a intervenir en ese conflicto europeo y adhirieron a la neutralidad, como idea fundamental de la nación.
El presidente Wilson intentó por todos los medios conservar el aislacionismo de su país. Pero distintos sucesos provocaron un cambio radical en el escenario mundial.
En 1916, los alemanes anunciaron que toda nave beligerante o neutral sería un blanco para sus submarinos. Esto significaba que, los barcos estadounidenses, ya no estarían libres del peligro en alta mar.
Wilson se encontró "entre la espada y la pared" y se vio forzado a aceptar la declaración de guerra contra Alemania. En un discurso dirigido al Congreso de su país dijo que "los Estados Unidos estarían luchando para la paz final de la Tierra y para la liberación de sus pueblos". Y expresó: "Se tiene que crear un mundo seguro para la democracia". Pese a que el Congreso aprobó su decisión el 6 de abril de 1917 y el pueblo norteamericano lo vitoreó, Wilson no se sentía feliz con este nuevo peso. "Considera por qué estaban aplaudiendo - dijo él después, a uno de sus asistentes-; el mensaje que pronuncié hoy, fue un mensaje de muerte para nuestros jóvenes. ¡Qué extraño parece que aplaudan por eso!". Unos minutos después, "se limpió las lágrimas de los ojos y entonces bajó la cabeza sobre la mesa de la Cámara del Consejo de Ministros y sollozó, como si hubiera sido un niño". (Mr. Wilson's War, por John Dos Passos).
Unos meses antes de que Estados Unidos participara en la guerra, Wilson comenzó a planificar arreglos para la paz en la Tierra. Según su biógrafo, Gene Smith, él ideó "el establecimiento de una Liga o Sociedad de Naciones, que serviría de foro para la dispensación de justicia a todos los hombres y eliminaría la amenaza de la guerra para siempre".
Su ilusión era crear una "paz sin victorias", gracias a la cual se exterminara a los gobernantes autocráticos y militaristas.
Las bases para las negociaciones de paz se resumían en 14 puntos. Estos consistían en cinco ideales que toda nación debía respetar; además de 8 puntos referidos a los problemas específicos, de índole política y territorial. El decimocuarto punto era el más importante, ya que representaba el mismísimo corazón de la cruzada emprendida por Wilson: el establecimiento de una Liga o Sociedad de Naciones.
En noviembre de 1918, los ejércitos alemanes estaban a punto de ser derrotados. Se les ofreció un armisticio que pusiera fin a la guerra y se iniciaron negociaciones en las que participaron varios ministros.
Wilson, al hacer su gira por Europa (antes de la Conferencia de Paz en París) era visto por las muchedumbres como un "héroe del pueblo". Predicaba el evangelio de la paz y su figura llegó a ser muy popular.
La Sociedad de Naciones, finalmente, fue creada en 1920, en la ciudad de Ginebra. Un 3 de febrero de 1924 Woodrow Wilson murió y con él se fueron las esperanzas de un mundo mejor.
Después de su creación y durante quince años no se volvió a declarar oficialmente ninguna guerra en el mundo. Sin embargo, la Sociedad de Naciones no pudo evitar que Bolivia y Paraguay fueran a la guerra en 1933.
Tampoco pudo impedir que Benito Mussolini desbaratara a Etiopía en 1935, expulsándola de la Liga y luego retirándose Italia misma de la Sociedad en 1937.
Durante el año siguiente, siete naciones latinoamericanas abandonaron la Sociedad. Y poco a poco, la imagen idílica de esta organización se fue desmoronando.
La Sociedad de Naciones tampoco intervino en la Guerra Civil Española desatada en 1936, pese a que Alemania e Italia prestaron apoyo material a la rebelión del General Franco, contra el gobierno republicano de Madrid
Este hecho, sumado a muchos otros, significó el prolegómeno de "una muerte anunciada". Es decir, el deceso de la Liga de Naciones, frente a una nueva catástrofe, demasiado inminente para las sociedades de esa época: la Segunda Guerra Mundial.
"El Tratado de Versalles ya no existe..."
Hitler había subido al poder en Alemania en 1934 y desde entonces puso en marcha la temible policía del Estado (GESTAPO), y llevó a cabo el programa del "Mein Kampf", que incluía el exterminio del judíos en campos de concentración; y por el otro lado, una política de expansión destinada a abolir todas las cláusulas del Tratado de Versalles, y dotar a Alemania de un "espacio vital" constituido por todos los territorios que en tiempos pasados habían sido alemanes.
Inició su carrera ocupando Austria y Checoslovaquia. En agosto de 1939, Hitler, por medio de su representante, entregó un mensaje al Alto Comisario de la Sociedad de Naciones, en Danzing, que decía: "Usted representa el Tratado de Versalles, ya no existe. En dos horas se izará sobre esta casa la svástica (bandera nazi)"...
El 1 de septiembre de 1939, los ejércitos de Hitler invadieron Polonia. Gran Bretaña y Francia tomaron represalias, declarándole la guerra a Alemania.
Así empezaba la Segunda Guerra Mundial. Y también la caída estrepitosa de la Sociedad de Naciones.
Para 1946, la sucesora y heredera de esperanzas seria la Organización de Las Naciones Unidas (ONU).
La lucha por la paz de las Naciones Unidas
Debido a la II Guerra Mundial, la Sociedad de Naciones había suspendido sus funciones. La pregunta del mundo era si continuaría operando, aún desde el abismo de su inactividad...
Hubo otro hombre que también fue un ferviente luchador de la paz. Su nombre era Dag Hammarskjöld, aunque muchos lo llamaban "Señor ONU".
En cierta ocasión declaró: "La Organización de Las Naciones Unidas marchará como partícipe en los esfuerzos de todos los hombres de buena voluntad -prescindiendo de su credo o forma de adoración- para establecer la paz en la Tierra". Este hombre fue uno de los principales impulsores de la creación de la ONU.
En abril de 1945 se celebró una conferencia en San Francisco para adoptar una Carta para Las Naciones Unidas. Las 51 naciones fundadoras fueron firmantes de la declaración.
No obstante, el fundamento más firme y preciso de esta nueva organización lo colocaron Franklin D. Roosevelt, Winston Churchill, Josef Stalin y sus respectivos consejeros.
Estos hombres representaban a las tres cúpulas de poder, en el orden mundial. Celebraron sucesivas conferencias en Moscú, Teherán, Yalta, etc.
La Asamblea General de la ONU celebró su primera sesión en enero de 1946. El primer Secretario General fue el noruego Trygue Lie. Él sería el responsable de preservar la paz y promover el progreso en un mundo acosado por la pobreza, los disturbios y la conflictiva realidad entre las grandes potencias del mundo.
El Secretario General o el encargado del mundo
El Secretario General es el más alto funcionario administrativo de la Organización, y su cargo le permite llamar la atención del Consejo de Seguridad de la ONU, respecto a cualquier asunto que en su opinión pueda poner en peligro el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales (Capitulo 15, art. 97, 99).
En abril de 1953, Dag Hammarskjöld sucedió a Trygue Lie. Este último, como primer Secretario General de la ONU se había encontrado atrapado entre dos frentes: los soviéticos, que lo rechazaban por haber apoyado la intervención en Corea, y la derecha estadounidense, que consideraba a la ONU como un frente comunista, y que había pedido la retirada de la organización de EE.UU.
Recordemos que durante la posguerra el escenario político se había transformado en un mundo bipolar. Estados Unidos y la Unión Soviética lideraban dos bloques enfrentados ideológica, política y militarmente.
Mientras que para Estados Unidos, el objetivo principal era la consolidación, el fortalecimiento del bloque occidental y la contención de la URSS; para la ex Unión Soviética era la creación del Kominform (Oficina de Información Comunista) que significó una más estrecha dependencia de los partidos comunistas europeos al poder soviético.
En suma, ambos países aparecían como los dos polos, en torno a los cuales estaban llamados a colocarse los pueblos del mundo para afrontar los problemas de la paz.
Con el tiempo, la influencia del Secretario General aumentó mucho más, al punto que durante la crisis desatada en el Congo en 1961, Dag Hammarskjóld reunió a 20.000 soldados y técnicos procedentes de 18 países para ayudar a poner fin a dicho conflicto.
En 1964, U. Thant, quien ocupaba en ese entonces el cargo de Secretario General, tuvo bajo su dirección a tres contingentes simultáneos para el mantenimiento de la paz en el mundo.
Años más tarde, el peruano Javier Pérez de Cuellar estuvo al mando de los contingentes de paz de la ONU en Chipre y en Oriente Medio (Guerra del Líbano, de Afganistán, de Irán e Irak). Dirigió también el Secretariado, con casi 8.000 personas a su cargo en la sede de la ONU en New York.
El actual Secretario General de las Naciones Unidas es el Sr. Ban Ki-moon, de la República de Corea, Es el octavo secretario de este organismo. Y cuenta con treinta y siete años de experiencia, al servicio del Gobierno de su país y en la escena mundial.
Las deudas de la ONU
Pese a todos los intentos por preservar la paz, las guerras que se han suscitado desde la creación de Las Naciones Unidas evidencian que este organismo no fue capaz de evitarlas. Y lo que es peor, muchos de los conflictos bélicos parecen ya irresolubles.
Las Guerras de Corea (1950-1953), del Oriente Medio (1948 hasta la actualidad), de Indochina (1945-1954), Vietnam (1959-1975) son sólo algunos ejemplos de tanta barbarie. El propósito de Las Naciones Unidas, de "mantener la paz y seguridad internacionales", recogido en la Carta, expresa una meta deseable para la humanidad.
Desde luego, en el mundo habría mucha mas seguridad, si las naciones obedecieran el articulo 2 (4) de la Carta de Las Naciones Unidas, que dice: "Todos los miembros se abstendrán (...) de la amenaza o el uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier estado".
Sin embargo, el egoísmo de las naciones miembros ha obstaculizado repetidas veces los esfuerzos de la ONU, por llevar a cabo su propósito. Pues, en lugar de cumplir con el compromiso adquirido con la ONU de "zanjar (las) disputas internacionales por medios pacíficos", muchas veces, naciones o bloques enteros de naciones han recurrido a la guerra, afirmando que la cuestión caía esencialmente dentro de su jurisdicción interna (Cap. 2 - 3,7), o también explicitando que el desenlace de la guerra era "inevitable"...
La ONU es hoy, en realidad, una tribuna mundial donde se debate y en la que las naciones del mundo presentan sus quejas (siempre y cuando convenga a sus intereses y objetivos). No obstante, cuando acercan sus problemas a este organismo generalmente es para poner de manifiesto distintas acusaciones y responder con otras tantas. Esto convierte a las Naciones Unidas en la cartelera de cuanta propaganda política se quiera publicitar. Mientras los gobernantes se pierden en distintas riñas por los pasillos de esta institución, la ONU no puede hacer más que influir en la opinión mundial, para que el resto de los gobiernos respondan.
En cuanto al uso de la fuerza, las Naciones Unidas no pueden tomar ninguna acción armada para prevenir o impedir una guerra. Sólo el Consejo de Seguridad o la Asamblea General dan la autorización para combatir, pero con el único fin de ayudar a prevenir la realización de un combate, para restaurar y mantener el orden y para promover el retorno de las condiciones normales.
Si bien las fuerzas de seguridad de la ONU están armadas, sólo pueden usar sus armas en defensa propia.
Pese a todos estos aspectos obligatorios, no sólo han pasado por alto los procedimientos de paz de la ONU, sino que además se han burlado de sus decisiones para zanjar los conflictos y la han desafiado abiertamente.
En 1992, el secretario general de la ONU, Boutros Ghali señaló en un discurso que "desde la creación de Las Naciones Unidas, en 1945, han perdido la vida aproximadamente 20 millones de personas, debido a más de 100 conflictos importantes ocurridos en todo el mundo".
Por otra parte, el mismo Secretario admitió que "el crimen organizado a escala transnacional (...) burla las fronteras y se convierte en una fuerza universal". Dijo además, "las fuerzas de la oscuridad están en movimiento en Europa, Asia, África y América, y no perdonan a ninguna sociedad. El crimen transnacional corroe las bases del orden democrático internacional, envenena al mundo de las finanzas, corrompe a los líderes políticos y socava los Derechos Humanos".
Algo para recordar...
El 24 de octubre de 2006 señaló el 61 aniversario de Las Naciones Unidas. Los 192 estados miembros están entregados a los principios y objetivos expresados en su carta: "Mantener la paz y seguridad internacionales; suprimir actos de agresión u otros quebrantamientos de la paz; promover relaciones amistosas entre las naciones; proteger las libertades fundamentales de todos los pueblos, sin discriminación de raza, sexo, lengua, ni religión y lograr la cooperación internacional en la resolución de problemas económicos, sociales y culturales".
Es cierto que durante más de 50 años, la ONU ha trabajado con empeño en conseguir la tan deseada paz y seguridad mundial. Puede que haya evitado una Tercera Guerra Mundial. Incluso, que haya frenado la temible carrera armamentista.
La ONU ha suministrado alimentos y medicinas a millones de niños. Ha contribuido también a mejorar la higiene de muchos países, facilitando entre otras cosas, el agua potable y las vacunas contra enfermedades graves. Y ha propiciado ayuda humanitaria a millones de refugiados.
En reconocimiento a sus logros, las Naciones Unidas recibieron cinco veces el Premio Nobel de la Paz.
Sin embargo, la lamentable realidad es que todavía no vivimos en un mundo sin guerras. Las amenazas continúan. Muchas de ellas, que solo eran concebidas para el cine hace sólo tres décadas atrás, hoy se han materializado en un escenario real y han provocado tragedias de todo tipo. Otras, aún no se han concretado, sin embargo su potencial destructividad, con los años y debido a los avance tecnológicos, se ve severamente acrecentada.
En los últimos 50 años, más de 30 millones de personas resultaron violentamente muertas en guerras salpicadas regionalmente, o en conflictos civiles o militares de todo el mundo.
Hoy, pese a la existencia de la ONU, se han multiplicado las situaciones de dominación o sometimiento, de guerras, anexiones, invasiones y armisticios de equilibrios de poder, de imperios o periferias.
Tan solo en el siglo XX y los primeros tramos del siglo actual, las guerras extinguieron la vida de 87 millones de seres humanos, a los que deben agregarse otros 80 millones, muertos a sangre fría por maquinarias destinadas a la destrucción masiva de opositores sociales o políticos. (The politics of organized insanity. Zbigniew Brzezinski "Out of Control". Collier Books. Mac Millan. New York, 1993.)
Lamentablemente, ni un sólo año desde la fundación de la ONU estuvo libre de conflictos bélicos localizados. Ni un solo año, la no existencia de la guerra total fue acompañada por el triunfo de la paz general, para cada uno de los pueblos del mundo.
Si bien es cierto que la labor de Naciones Unidas, en esta última mitad de siglo, ha permitido establecer un nexo positivo entre la consecución de la paz, la extensión de los sistemas democráticos y el desarrollo económico sólo ha sido posible en los países centrales y del Primer Mundo.
Según Boutros Ghali, "se pueden identificar cinco aspectos para la democratización de las relaciones internacionales. En 1° lugar, existe la necesidad de democratizar el propio sistema de la ONU. En 2° lugar, la cooperación entre la ONU y las organizaciones y acuerdos regionales resultaría vital para la democratización. En 3° lugar, el crecimiento de las organizaciones no gubernamentales (...) puede ser un poderoso factor para la democratización de todo el sistema internacional. En 4° lugar, garantizar la independencia de los medios de comunicación es un camino para garantizar la libertad de pensamiento y el flujo de ideas. Y en 5° lugar, la capacidad de la ONU de innovar para reforzar los principios democráticos en los asuntos mundiales'.
Ahora bien, ¿se cumplen estos aspectos básicos en las relaciones internacionales? ¿Existe realmente la cooperación entre los distintos estados? ¿Los acuerdos regionales respetan las resoluciones del Consejo de Seguridad vertidos en la Carta de las Naciones Unidas?...
Desde la creación de la Carta de Las Naciones Unidas, y con la formación de dos bloques geográficamente definidos y separados, liderados por banderas ideológicas antagónicas se impidió la concreción del propósito inicial de la ONU de establecer un mundo abierto.
Tampoco hemos podido crear lo que Roosevelt había soñado, "un mundo"; sino más bien, "varios mundos" como producto de la fragmentación político mundial. Muchos de los principios de solución e intervención en temas de seguridad de la Carta de la ONU, pocas veces se aplicaron (las resoluciones en las que EE.UU. y la URSS concretan una decisión en el Consejo de Seguridad, como la N° 242 del 22/11/67 sobre Palestina, nunca se aplicaron).
En otros casos, Las Naciones Unidas fueron excluidas, como par ejemplo en Vietnam, en la invasión de Checoslovaquia, Afganistán y en la de Hungría. Y otras veces fueron impotentes, como en el caso del conflicto suscitado en Camboya.
La nueva situación de posguerra fría exigió la reformulación de las hipótesis estratégicas, para un mundo que no había sido previsto. O para desafíos tales como el caso de la Guerra del Golfo Pérsico, que demandó "el uso de un potencial de destrucción equivalente a 6 bombas de Hiroshima", sólo para intentar el restablecimiento del statu-quo.
El mundo en armas
Si bien la ONU le confirió al Consejo de Seguridad y a la Asamblea General responsabilidades específicas en materia de desarme y regulación de los armamentos, estas medidas han tenido escasos resultados (Cap. 5, art 26) (Cap. 7, Art. 47).
Se ha desarrollado una desenfrenada carrera armamentista, en la cual, cada potencia intenta demostrar su supremacía, alentada por el crecimiento interno de su economía y provocando una espectacular revolución científico-técnica.
La escalada de armamentos involucró a muchos países desarrollados, paradójicamente la mayoría de ellos integrantes del mismo Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Se calcula que en aproximadamente 60 países que han sufrido guerras, permanecen bajo tierra (y activas) minas que explotan por contacto o presión por el peso de un niño inclusive (Angola y Camboya aparecen como dos de los países más damnificados). Se cree que en estas regiones hay mayor cantidad de minas, que de habitantes. En Camboya, 30.000 civiles han muerto o han quedado mutilados par el contacto con una mina enterrada. Actualmente, más de 100 empresas producen minas en 50 países. Los precios de las minas oscilan entre los 300 y 600 dólares cada una. Estas minas fabricadas, neutralizan a las otras desactivadas. Aunque también existen las llamadas "minas inteligentes", que se desactivan en un tiempo determinado, y por esta razón se las considera "más humanas". Son más caras y debido a esto muchos países pobres -hoy envueltos en conflictos armados- deben comprar las "menos inteligentes". En 1970, se creyó que el mundo podría tener la solución para la paz con la creación del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP), encabezado por las cinco potencias con mayor cantidad de armas nucleares: Estados Unidos, Rusia, Francia, Gran Bretaña y China.
Pero pese a que al TNP lo han firmado 165 países, y se han firmado a la fecha más de 10 acuerdos globales, respecto a la no proliferación de armas nucleares; la carrera nuclear ha provocado ya la realización de más de 2000 ensayos nucleares y la producción de armas ha crecido alarmantemente. El desarrollo y el perfeccionamiento tecnológico de las armas, en sólo 50 años produce escalofríos, pues han tomado un alcance inusitado. Mientras que en 1945, un torpedo lanzado desde un submarino tenía un alcance de 9 Km; en 1997, un misil lanzado desde el mar tiene un alcance de 2.400 km. En 1945, un fusil de asalto podía efectuar sólo 250 tiros por minuto. Actualmente, un fusil de ese tipo puede efectuar 6.000 disparos. Hoy las bombas atómicas son capaces de cruzar un continente en 8 minutos...
Como vemos, los resultados esperados no sólo nunca se realizaron, sino que pese a firmas y acuerdos, los muertos se continúan multiplicando por miles. Desde la creación de la Comisión de Desarme, han muerto en guerras 30 millones de seres humanos. Incluso muchos de los miembros del Consejo de Seguridad de Las Naciones Unidas, son los mayores proveedores de armas a los países subdesarrollados o en vías de desarrollo.
Los países que tuvieron mayor gasto militar, en relación con la producción, en el período que va desde 1960 a 1983, fueron Francia, el Reino Unido, EE.UU y la URSS. Desde 1945, Estados Unidos ha realizado alrededor de 1030 explosiones atómicas; la URSS, 715; Francia, 210; China, 45 y el Reino Unido, 45.
Para reflexionar
Cifras y más cifras... tantas explosiones; tantos millones de muertos; tantos conflictos armados; y tantas palabras que conforman un cúmulo repugnante de fracasos. Mientras cientos de burócratas especulan con el futuro de la humanidad al servicio de sus intereses, millones de familias mueren de hambre, de enfermedades, arrasadas como mosquitos, con sus dignidades bastardeadas y sus ilusiones diezmadas.
No han sido suficientes dos guerras mundiales; el desastre humanitario de Somalia; la guerra interminable en Yugoslavia y en las repúblicas que conforman la ex-Yugoslavia; las matanzas en Ruanda y Burundi; las rebeliones y conflictos étnicos en el Congo; el "apartheid" en Sudáfrica; los enfrentamientos en Chechenia, el fundamentalismo islámico en países de Medio Oriente donde los atentados son moneda corriente; las luchas religiosas en Irlanda; el terrorismo en España; las dictaduras militares en países de Iberoamérica; la guerra de Corea; los ensayos nucleares en India y Pakistán, la presencia de las guerrillas y paramilitares en Latinoamérica etc., etc...
No han sido suficientes tantos millones de muertos
Los pronunciamientos por la paz resultan obsoletos y la realidad que vivimos, lamentablemente, pareciera superar a la ficción. La carrera desenfrenada del hombre por dominar al hombre mismo nos coloca en un laberinto siniestro, cuya recta final no es más que la destrucción. De lado quedaron las utopías y las heridas no terminan de sangrar.
Ya es hora de que el hombre se replantee en qué mundo quiere vivir y cuál será la herencia para las generaciones futuras. Ya es hora de que los gobiernos se dejen de disertar y de hacer exposición pública de su arrogancia.
Es hora de edificar un mundo donde TODOS podamos vivir en paz.
Pese a todos los intentos por preservar la paz, las guerras que se han suscitado desde la creación de Las Naciones Unidas evidencian que este organismo no fue capaz de evitarlas. Y lo que es peor, muchos de los conflictos bélicos parecen ya irresolubles.
Las Guerras de Corea (1950-1953), del Oriente Medio (1948 hasta la actualidad), de Indochina (1945-1954), Vietnam (1959-1975) son sólo algunos ejemplos de tanta barbarie. El propósito de Las Naciones Unidas, de "mantener la paz y seguridad internacionales", recogido en la Carta, expresa una meta deseable para la humanidad.
Desde luego, en el mundo habría mucha mas seguridad, si las naciones obedecieran el articulo 2 (4) de la Carta de Las Naciones Unidas, que dice: "Todos los miembros se abstendrán (...) de la amenaza o el uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier estado".
Sin embargo, el egoísmo de las naciones miembros ha obstaculizado repetidas veces los esfuerzos de la ONU, por llevar a cabo su propósito. Pues, en lugar de cumplir con el compromiso adquirido con la ONU de "zanjar (las) disputas internacionales por medios pacíficos", muchas veces, naciones o bloques enteros de naciones han recurrido a la guerra, afirmando que la cuestión caía esencialmente dentro de su jurisdicción interna (Cap. 2 - 3,7), o también explicitando que el desenlace de la guerra era "inevitable"...
La ONU es hoy, en realidad, una tribuna mundial donde se debate y en la que las naciones del mundo presentan sus quejas (siempre y cuando convenga a sus intereses y objetivos). No obstante, cuando acercan sus problemas a este organismo generalmente es para poner de manifiesto distintas acusaciones y responder con otras tantas. Esto convierte a las Naciones Unidas en la cartelera de cuanta propaganda política se quiera publicitar. Mientras los gobernantes se pierden en distintas riñas por los pasillos de esta institución, la ONU no puede hacer más que influir en la opinión mundial, para que el resto de los gobiernos respondan.
En cuanto al uso de la fuerza, las Naciones Unidas no pueden tomar ninguna acción armada para prevenir o impedir una guerra. Sólo el Consejo de Seguridad o la Asamblea General dan la autorización para combatir, pero con el único fin de ayudar a prevenir la realización de un combate, para restaurar y mantener el orden y para promover el retorno de las condiciones normales.
Si bien las fuerzas de seguridad de la ONU están armadas, sólo pueden usar sus armas en defensa propia.
Pese a todos estos aspectos obligatorios, no sólo han pasado por alto los procedimientos de paz de la ONU, sino que además se han burlado de sus decisiones para zanjar los conflictos y la han desafiado abiertamente.
En 1992, el secretario general de la ONU, Boutros Ghali señaló en un discurso que "desde la creación de Las Naciones Unidas, en 1945, han perdido la vida aproximadamente 20 millones de personas, debido a más de 100 conflictos importantes ocurridos en todo el mundo".
Por otra parte, el mismo Secretario admitió que "el crimen organizado a escala transnacional (...) burla las fronteras y se convierte en una fuerza universal". Dijo además, "las fuerzas de la oscuridad están en movimiento en Europa, Asia, África y América, y no perdonan a ninguna sociedad. El crimen transnacional corroe las bases del orden democrático internacional, envenena al mundo de las finanzas, corrompe a los líderes políticos y socava los Derechos Humanos".
Algo para recordar...
El 24 de octubre de 2006 señaló el 61 aniversario de Las Naciones Unidas. Los 192 estados miembros están entregados a los principios y objetivos expresados en su carta: "Mantener la paz y seguridad internacionales; suprimir actos de agresión u otros quebrantamientos de la paz; promover relaciones amistosas entre las naciones; proteger las libertades fundamentales de todos los pueblos, sin discriminación de raza, sexo, lengua, ni religión y lograr la cooperación internacional en la resolución de problemas económicos, sociales y culturales".
Es cierto que durante más de 50 años, la ONU ha trabajado con empeño en conseguir la tan deseada paz y seguridad mundial. Puede que haya evitado una Tercera Guerra Mundial. Incluso, que haya frenado la temible carrera armamentista.
La ONU ha suministrado alimentos y medicinas a millones de niños. Ha contribuido también a mejorar la higiene de muchos países, facilitando entre otras cosas, el agua potable y las vacunas contra enfermedades graves. Y ha propiciado ayuda humanitaria a millones de refugiados.
En reconocimiento a sus logros, las Naciones Unidas recibieron cinco veces el Premio Nobel de la Paz.
Sin embargo, la lamentable realidad es que todavía no vivimos en un mundo sin guerras. Las amenazas continúan. Muchas de ellas, que solo eran concebidas para el cine hace sólo tres décadas atrás, hoy se han materializado en un escenario real y han provocado tragedias de todo tipo. Otras, aún no se han concretado, sin embargo su potencial destructividad, con los años y debido a los avance tecnológicos, se ve severamente acrecentada.
En los últimos 50 años, más de 30 millones de personas resultaron violentamente muertas en guerras salpicadas regionalmente, o en conflictos civiles o militares de todo el mundo.
Hoy, pese a la existencia de la ONU, se han multiplicado las situaciones de dominación o sometimiento, de guerras, anexiones, invasiones y armisticios de equilibrios de poder, de imperios o periferias.
Tan solo en el siglo XX y los primeros tramos del siglo actual, las guerras extinguieron la vida de 87 millones de seres humanos, a los que deben agregarse otros 80 millones, muertos a sangre fría por maquinarias destinadas a la destrucción masiva de opositores sociales o políticos. (The politics of organized insanity. Zbigniew Brzezinski "Out of Control". Collier Books. Mac Millan. New York, 1993.)
Lamentablemente, ni un sólo año desde la fundación de la ONU estuvo libre de conflictos bélicos localizados. Ni un solo año, la no existencia de la guerra total fue acompañada por el triunfo de la paz general, para cada uno de los pueblos del mundo.
Si bien es cierto que la labor de Naciones Unidas, en esta última mitad de siglo, ha permitido establecer un nexo positivo entre la consecución de la paz, la extensión de los sistemas democráticos y el desarrollo económico sólo ha sido posible en los países centrales y del Primer Mundo.
Según Boutros Ghali, "se pueden identificar cinco aspectos para la democratización de las relaciones internacionales. En 1° lugar, existe la necesidad de democratizar el propio sistema de la ONU. En 2° lugar, la cooperación entre la ONU y las organizaciones y acuerdos regionales resultaría vital para la democratización. En 3° lugar, el crecimiento de las organizaciones no gubernamentales (...) puede ser un poderoso factor para la democratización de todo el sistema internacional. En 4° lugar, garantizar la independencia de los medios de comunicación es un camino para garantizar la libertad de pensamiento y el flujo de ideas. Y en 5° lugar, la capacidad de la ONU de innovar para reforzar los principios democráticos en los asuntos mundiales'.
Ahora bien, ¿se cumplen estos aspectos básicos en las relaciones internacionales? ¿Existe realmente la cooperación entre los distintos estados? ¿Los acuerdos regionales respetan las resoluciones del Consejo de Seguridad vertidos en la Carta de las Naciones Unidas?...
Desde la creación de la Carta de Las Naciones Unidas, y con la formación de dos bloques geográficamente definidos y separados, liderados por banderas ideológicas antagónicas se impidió la concreción del propósito inicial de la ONU de establecer un mundo abierto.
Tampoco hemos podido crear lo que Roosevelt había soñado, "un mundo"; sino más bien, "varios mundos" como producto de la fragmentación político mundial. Muchos de los principios de solución e intervención en temas de seguridad de la Carta de la ONU, pocas veces se aplicaron (las resoluciones en las que EE.UU. y la URSS concretan una decisión en el Consejo de Seguridad, como la N° 242 del 22/11/67 sobre Palestina, nunca se aplicaron).
En otros casos, Las Naciones Unidas fueron excluidas, como par ejemplo en Vietnam, en la invasión de Checoslovaquia, Afganistán y en la de Hungría. Y otras veces fueron impotentes, como en el caso del conflicto suscitado en Camboya.
La nueva situación de posguerra fría exigió la reformulación de las hipótesis estratégicas, para un mundo que no había sido previsto. O para desafíos tales como el caso de la Guerra del Golfo Pérsico, que demandó "el uso de un potencial de destrucción equivalente a 6 bombas de Hiroshima", sólo para intentar el restablecimiento del statu-quo.
El mundo en armas
Si bien la ONU le confirió al Consejo de Seguridad y a la Asamblea General responsabilidades específicas en materia de desarme y regulación de los armamentos, estas medidas han tenido escasos resultados (Cap. 5, art 26) (Cap. 7, Art. 47).
Se ha desarrollado una desenfrenada carrera armamentista, en la cual, cada potencia intenta demostrar su supremacía, alentada por el crecimiento interno de su economía y provocando una espectacular revolución científico-técnica.
La escalada de armamentos involucró a muchos países desarrollados, paradójicamente la mayoría de ellos integrantes del mismo Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Se calcula que en aproximadamente 60 países que han sufrido guerras, permanecen bajo tierra (y activas) minas que explotan por contacto o presión por el peso de un niño inclusive (Angola y Camboya aparecen como dos de los países más damnificados). Se cree que en estas regiones hay mayor cantidad de minas, que de habitantes. En Camboya, 30.000 civiles han muerto o han quedado mutilados par el contacto con una mina enterrada. Actualmente, más de 100 empresas producen minas en 50 países. Los precios de las minas oscilan entre los 300 y 600 dólares cada una. Estas minas fabricadas, neutralizan a las otras desactivadas. Aunque también existen las llamadas "minas inteligentes", que se desactivan en un tiempo determinado, y por esta razón se las considera "más humanas". Son más caras y debido a esto muchos países pobres -hoy envueltos en conflictos armados- deben comprar las "menos inteligentes". En 1970, se creyó que el mundo podría tener la solución para la paz con la creación del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP), encabezado por las cinco potencias con mayor cantidad de armas nucleares: Estados Unidos, Rusia, Francia, Gran Bretaña y China.
Pero pese a que al TNP lo han firmado 165 países, y se han firmado a la fecha más de 10 acuerdos globales, respecto a la no proliferación de armas nucleares; la carrera nuclear ha provocado ya la realización de más de 2000 ensayos nucleares y la producción de armas ha crecido alarmantemente. El desarrollo y el perfeccionamiento tecnológico de las armas, en sólo 50 años produce escalofríos, pues han tomado un alcance inusitado. Mientras que en 1945, un torpedo lanzado desde un submarino tenía un alcance de 9 Km; en 1997, un misil lanzado desde el mar tiene un alcance de 2.400 km. En 1945, un fusil de asalto podía efectuar sólo 250 tiros por minuto. Actualmente, un fusil de ese tipo puede efectuar 6.000 disparos. Hoy las bombas atómicas son capaces de cruzar un continente en 8 minutos...
Como vemos, los resultados esperados no sólo nunca se realizaron, sino que pese a firmas y acuerdos, los muertos se continúan multiplicando por miles. Desde la creación de la Comisión de Desarme, han muerto en guerras 30 millones de seres humanos. Incluso muchos de los miembros del Consejo de Seguridad de Las Naciones Unidas, son los mayores proveedores de armas a los países subdesarrollados o en vías de desarrollo.
Los países que tuvieron mayor gasto militar, en relación con la producción, en el período que va desde 1960 a 1983, fueron Francia, el Reino Unido, EE.UU y la URSS. Desde 1945, Estados Unidos ha realizado alrededor de 1030 explosiones atómicas; la URSS, 715; Francia, 210; China, 45 y el Reino Unido, 45.
Para reflexionar
Cifras y más cifras... tantas explosiones; tantos millones de muertos; tantos conflictos armados; y tantas palabras que conforman un cúmulo repugnante de fracasos. Mientras cientos de burócratas especulan con el futuro de la humanidad al servicio de sus intereses, millones de familias mueren de hambre, de enfermedades, arrasadas como mosquitos, con sus dignidades bastardeadas y sus ilusiones diezmadas.
No han sido suficientes dos guerras mundiales; el desastre humanitario de Somalia; la guerra interminable en Yugoslavia y en las repúblicas que conforman la ex-Yugoslavia; las matanzas en Ruanda y Burundi; las rebeliones y conflictos étnicos en el Congo; el "apartheid" en Sudáfrica; los enfrentamientos en Chechenia, el fundamentalismo islámico en países de Medio Oriente donde los atentados son moneda corriente; las luchas religiosas en Irlanda; el terrorismo en España; las dictaduras militares en países de Iberoamérica; la guerra de Corea; los ensayos nucleares en India y Pakistán, la presencia de las guerrillas y paramilitares en Latinoamérica etc., etc...
No han sido suficientes tantos millones de muertos
Los pronunciamientos por la paz resultan obsoletos y la realidad que vivimos, lamentablemente, pareciera superar a la ficción. La carrera desenfrenada del hombre por dominar al hombre mismo nos coloca en un laberinto siniestro, cuya recta final no es más que la destrucción. De lado quedaron las utopías y las heridas no terminan de sangrar.
Ya es hora de que el hombre se replantee en qué mundo quiere vivir y cuál será la herencia para las generaciones futuras. Ya es hora de que los gobiernos se dejen de disertar y de hacer exposición pública de su arrogancia.
Es hora de edificar un mundo donde TODOS podamos vivir en paz.
1 comentario:
Hola de Grecia! Yo no hablo español pero su texto parece bastante interesante. Trataré de traducirlo en inglés idioma. ;)
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