22/3/08

Nueva Palmira, un lugar en el mundo

Informe y texto: Karina Donangelo
Mi lugar...

En esta oportunidad visitaremos la ciudad de Nueva Palmira, de la República Oriental del Uruguay. Pequeña, en su extensión geográfica, mágica por su paisaje natural y admirable por su valor cultural y la calidez de su gente.
Una mañana cualquiera, de cualquier año y de cualquier mes se puede abordar una lancha en la localidad de Tigre, provincia de Buenos Aires; y "cruzar el charco" hasta la República Oriental del Uruguay.
El recorrido por el delta argentino plantea la paradoja de unificar en un mismo paisaje, hileras interminables de sauces en la costa, escoltados por gigantes de cemento, detrás.
Una tras otra, las guarderías náuticas exponen distintos modelos de botes y lanchas acondicionados, en tanto que enormes barcos fantasmas parecieran no querer abandonar su lugar en los alrededores, como testimonio de tiempos pasados y fuente de mitos y leyendas.
Las bandadas de patos interrumpen la atención, con su vuelo alocado y rimbombante.
El viaje en lancha - que dura tres horas y media hasta nuestro destino- se torna más ameno, mientras observamos a la vera del río, la formación irregular de árboles inclinados, cuyas raíces están "impúdicamente" descubiertas. Alejándonos del circuito turístico empiezan a asomar las primeras casitas del delta, cada una con un nombre identificatorio: "Los nietos"; ''Soledad"; "El Retiro", etc. Algunas exponen jardines envidiables, poblados de hortensias y otras flores. La ruta de viaje es sencilla: la lancha sale del embarcadero de Tigre y toma el río Luján, hasta el Canal Arias. Luego, cruza el Paraná de Las Palmas, sigue por el Canal Gobernador de La Serna, hasta el río Paraná Miní. Continúa su curso hasta el Paraná Guazú; se interna en el arroyo Ceibito, pare salir a la desembocadura del río Uruguay.
Finalmente, llegamos a destino: la Ciudad de Nueva Palmira, Departamento de Colonia, Uruguay. De pronto aparece entre el cielo y el río, el Parador Punta Gorda. Este es uno de los paradores preferidos del litoral uruguayo, simulando un majestuoso atalaya. A un costado se puede observar la Isla Juncal, muda testigo de la antigua batalla de Juncal, donde triunfó el Almirante Guillermo Browm, al mando de las fuerzas navales argentino-uruguayas.
Bordeando la zona costera, el terreno se hace irregular, con barrancas que forman un paisaje ondulante. A poca distancia divisamos el puerto y la zona franca, denominados "La Puerta del Cono Sur", por su ubicación privilegiada.
El puerto esta situado en la confluencia de las tres grandes vías fluviales de la cuenca rioplatense: los ríos de La Plata, Paraná y Uruguay. Sus modernas instalaciones y amplios depósitos hacen de este puerto, el más importante del interior del país y el segundo en el ámbito nacional.
Sus características de puerto están muy ligadas a los proyectos de desarrollo de la Cuenca del Plata, y la creación de la Hidrovía, por donde Argentina, Brasil, Paraguay y Bolivia trasladarán sus producciones, para ser reembarcadas desde Nueva Palmira a todo el mundo.
Sin embargo, esta hidrovía (proyecto tan mentado actualmente), existe desde el siglo pasado, pues era un puerto natural, aún desde mucho antes de que hubiera población en el lugar. Por su parte, y acaso como una burla a la modernidad, encontramos en un sector de la costa palmirense el viejo puerto y los restos del barco hundido "Eolo", acompañado por todo tipo de leyendas.
La Ciudad de Nueva Palmira fue fundada el 26 de octubre de 1831, por el sacerdote Felipe Santiago Torres Leiva, en el antiguo dominio jurisdiccional de Higueritas, junto al puerto de Las Higueritas. Actualmente, este embarcadero natural es punto obligado de recalada en el tránsito náutico, y se ofrece, además, como un estupendo lugar de camping. Posteriormente, en 1920 Palmira es declarada villa y en 1953, ciudad.
Hoy, este lugar cuenta con 10.000 habitantes; 3 escuelas urbanas; un liceo; una escuela técnica y un jardín de infantes. Allí encontramos, además, La Casa de la Cultura; el Museo Municipal Iucas Roselli, que guarda piezas únicas de paleontología; la Escuela Municipal del Hogar, donde se dictan clases de economía doméstica y manualidades y la Biblioteca Popular Jacinto Laguna, fundada el 12 de noviembre de 1871, es la más antigua del interior del país.
La población, en su mayoría, se dedica al transporte de transito pesado debido a la intensa actividad portuaria, y a trabajos derivados de la industria harinera. Nueva Palmira cuenta además con un semanario local, "El Eco de Palmira", fundado en 1872 y otro departamental, "Noticias del Oeste". Hay 2 emisoras de radio (una de amplitud modulada y otra de frecuencia modulada) y un canal de TV por cable (Canal 4).
En esta pintoresca ciudad, el tiempo transcurre en otra dimensión. No se da lugar a la agitación ni el stress. Hay tiempo para hacer la siesta para tertulias matizadas con mate, para disfrutar de un atardecer en la playa o tomar un trago en un club social.


La actividad cultural de este lugar es deliberada, y como suele ocurrir en muchos casos, no cuenta con todo el apoyo oficial que debiera. No obstante, en esta ciudad existe un grupo de teatro, que efectúa giras por los pueblos del interior del país, representando obras clásicas y de otras de propia autoría.
Por otra parte, es digno de nombrar el grupo cultural "Los Locos del Aljibe". Sus exponentes son los principales propulsores de todo tipo de actividades artísticas; entre ellos encontramos poetas, escritores, artistas plásticos, músicos y periodistas, en su mayoría autodidactas. Concentran sus actividades en la biblioteca, generando variadas exposiciones donde tampoco faltan artistas del interior del país.
Los Locos del Aljibe revalorizan las manifestaciones culturales, olvidadas por muchos, ignoradas por otros y apreciada por algunos. Sus integrantes son: Alfredo Zaldúa, poeta; Mirna Vico, actriz; Alfredo Della Santa, y Marité Boné, artistas plásticos; Roxana Morris, pianista; César Montes de Oca, operador técnico y locutor; Luis y Ana Muslera, colaboradores; y Jorge Frogoni, investigador, historiador y escritor.
Pensar y creer en la cultura, implica mucho más que observar las leyes del mercado y la globalización. Conocer, significa trascender las fronteras geográficas y no necesariamente circunscribirse a las grandes urbes o a lo que "es moda" en la actualidad.
Pues, aún en los pueblos o en ciudades pequeñas como Nueva Palmira, queda demostrado por su belleza turística y su patrimonio cultural que, pese a ser "un rinconcito en el mundo, honran el arte y la cultura en su sentido más valioso, primigenio y original.

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