27/1/12

Informe y texto: Karina Donangelo
HOMENAJE A JORGE ENEA SPILIMBERGO

Pocas cosas me han impactado tanto como la extremada humildad y sencillez de Jorge Enea Spilimbergo. ¿Cómo describirlo?, ¿como un viejo caudillo?, ¿como un antiguo legionario que todavía mantiene pulcro e intacto su honor? ¿o tal vez como aquellos Senseis de las tribus del Nilo? ¿un Buda durmiente, tal vez, pero con la lucidez y sagacidad que sólo los años, la experiencia y los desengaños nos pueden dar?
Spilimbergo vivía pro entre los escondrijos del bajo sureño de la Capital Federal, casi al borde de todo, en un departamentito de la calle Necochea. Una vivienda semejante a un pañuelito, que sin embargo albergaba pilas de experiencia y saber. Los ascensores del pequeño edificio eran ochentosos, de esa pintura naranja que todavía perdura, entre los manchones de óxido del metal. A pesar de los años, Jorge no había perdido su elegancia y galantería y reparaba hasta en los más mínimos detalle (algo que hoy por hoy la mayoría de los hombres ha perdido u olvidado...)
Me invitó a sentarme en un sofá del comedor, en el que no cabía mucho más que una mesa, un modular que hacía las veces de escritorio y biblioteca. Los libros pululaban por todas partes, sobre el respaldo del sofá, desparramados sobre la mesa, o encima de alguna silla. Y todos tenían cientos de señaladores y habían perdido su silueta por el uso y manoseo de los mismos, como esos diccionarios de familia a los que varias generaciones consulta una y mil veces y los vuelve a consultar.
Había paz y mansedumbre en su mirada, y sin embargo el fuego interior brotaba a chispazos de sus ojos, o en sus risitas sarcásticas. Recuerdo que se acomodó en el otro sillón y me invitó con un cigarrillo Nevada (quizás adivinando que quien estaba a punto de entrevistarlo era hija de una uruguaya y que adoraba el aroma a tabaco achocolatado de los Nevada...).
La conversación fue tan agradable, que uno disfrutando de sus charlas pretendía desubicadamente prolongarlas indefinidamente, tratando sin conseguirlo del todo, de atesorar en un instante, toda su experiencia de vida, atrapando en unos minutos sus vivencias de años, sus recuerdo que tan magistralmente sabía evocar. Sin lugar a dudas fue un maestro, de fuertes y firmes convicciones. Se fue demasiado pronto, o tal vez la vida le quedaba chica a tamaño hombre.
Como quiera que sea, su recuerdo sigue vivo y dependerá de cada uno de nosotros impedir que su llama se apague, sino más bien que resplandezca en este mundo que nos ha tocado vivir a las generaciones más nuevas. Un mundo en penumbras, colmado de incertidumbres, prácticamente carente de certezas, sumido en un tenebroso y siniestro espiral descendente del devenir humano. Sólo la sabiduría de estos grandes, y el conocimiento es lo que podrá salvarnos en este mundo y nos permitirá crear, como Spilimbergo, un mundo al borde de este mundo.

En la madrugada del sábado 4 de septiembre falleció en Buenos Aires Jorge Enea Spilimbergo, uno de los inspiradores más importantes de la Izquierda Nacional en la Argentina.
Nacido en esta Capital federal, en 1928, Jorge Enea Spilimbergo provenía, por parte de su padre de una familia del norte de Italia, al igual que su reconocido tío, Lino Spilimbergo, quien supo retratar como ningún otro artista, paisajes cordobeses lo mismo que italianos como así también extraordinarios rostros de ojos grandes.
Spilimbergo cursó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional Buenos Aires. Ya de adolescente entrevió el abismo de la injusticia social e inició su militancia política dentro de las filas de la Federación Juvenil Comunista. Aunque poco tiempo después se convirtió en un fuerte crítico de los manejos de lo que él denomiraría tiempo después, “una izquierda funcional a los intereses de los poderosos, necia, dogmática y dictatorial”. Spilimbergo despreció a la Izquierda internacionalista, liberal, y autodenominada “progresista”, que en los hechos siempre se terminaba ubicando en la vereda de enfrente de los grandes movimientos nacionales y populares.
A los veinte años, siendo conscripto de la Aeronáutica conoció a Abelardo Ramos, con quien trabó una larga y estrecha amistad. Ramos, nueve años mayor que él, comenzaba por aquel entonces a hacerse conocer en las columnas del diario Democracia, bajo el seudónimo de Víctor Almagro.
Spilimbergo fue uno de los animadores del Partido Socialista de la Revolución Nacional (PSRN), creado poco antes del golpe militar de 1955, con el propósito de defender el proceso revolucionario abierto en 1945 y profundizarlo en una perspectiva socialista. Pero el PSRN fue disuelto luego por la “Revolución Libertadora”. Así fue como los hombres que conformaban la incipiente Izquierda Nacional, comenzaron a dar difusión a sus ideas, desde la clandestinidad, a través de la Editorial Coyoacán, instalada en un pequeño local de la calle Córdoba, gracias a la cual pudieron publicar algunos títulos de formación ideológica que marcarían la línea y el rumbo de esta corriente de pensamiento e influenciarían hasta las generaciones actuales. Algunos de estos títulos son: “La Revolución Nacional en Marx”; “Nacionalismo oligárquico y nacionalismo revolucionario; “Diego Rivera y el arte en Latinoamérica”, e “Historia del Radicalismo”.
En 1962 Spilimbergo, junto a Jorge Abelardo Ramos, Blas M. Alberti, Fernando Carpio y una nueva generación militante, fundan el Partido Socialista de la Izquierda Nacional
El crecimiento político y organizativo del PSIN, que le permitió implantarse en las principales ciudades del país, y que le permitió a su agrupación universitaria (AUN) ganar la conducción de la FUA en 1970, derivó en la Fundación del Frente de Izquierda Popular (FIP) en 1971. Ramos fue el presidente del FIP, y Spilimbergo su secretario general. En las filas del FIP hizo sus primeras experiencias una porción de la vanguardia obrera y popular, fogueada en el Cordobazo y demás puebladas de la época.
En los comicios de marzo de 1973 el FIP, con la consigna “liberación nacional y patria socialista”, se presentó con la fórmula Ramos-Silvetti. Silvio Frondizi fue candidato extrapartidario a senador, y Spilimbergo fue candidato a primer diputado nacional por la Capital Federal. En Septiembre de 1973 el FIP apoyó con boleta propia la fórmula Perón-Perón y obtuvo cerca de un millón de votos. Desde el quincenario “Izquierda Popular”, del que fue director, desde las páginas de la revista teórica”Izquierda Nacional”, y desde la editorial Octubre, que reeditó y actualizó su “Historia del socialismo en la Argentina”, Spilimbergo continuó aportando al desenvolvimiento de la corriente.
El VII Congreso Nacional del FIP, celebrado en la clandestinidad dio como resultado la fractura del partido. Un sector, encabezado por Abelardo Ramos continuó utilizando las siglas partidarias y editó el periódico “La Patria Grande”. Spilimbergo, a la cabeza del otro sector utilizó la sigla FIP-Corriente Nacional y comenzó a editar la revista “Tribuna Patriótica”.
En 1983, el FIP-Partido Nacional se convirtió en Partido de la Izquierda Nacional (PIN). Desde entonces y hasta la desaparición de este partido, Spilimbergo fue su máximo dirigente.
A continuación, transcribimos la entrevista que esta cronista le realizara a Jorge Enea Spilimbergo. La misma fue publicada en el semanario Tiempos del Mundo, con fecha 5 de Abril de 2001.

Una tarde cualquiera de marzo, bajo un cielo plomizo, en algún recodo sureño de Buenos Aires, esta cronista conversó con un agudo observador del devenir histórico de nuestro país: Jorge Enea Spilimbergo.
Analizando el mapa político actual, donde cada vez hay más actores diversificados, con un gobierno débil, un Estado menorizado, con crecientes masas excluidas y banderas vacantes, Spilimbergo cree que hablar de la declinación del concepto de Estado-nación es peligroso porque esto da a entender que el Estado-nación está superado.

P- ¿Qué opina sobre el declinar del concepto clásico que conocemos por Estado-Nación en vistas de un país donde el Estado es débil y el gobierno es débil?

S-
El problema es que el Estado-Nación está combatido en un doble aspecto. Uno tiene que ver con el papel que juegan las multinacionales; los mecanismos supranacionales, aunque estos actores no anulan al Estado-Nación de los países prósperos. El Estado-Nación norteamericano está más fuerte que nunca. Entonces, lo que sí existe es una tentativa de anular la defensa de los países de la periferia, es decir, la tres cuarta parte de la humanidad. Y esta declinación forma parte de la lucha de los Estados, de los pueblos y de los movimientos sociales y políticos por impedir este avasallamiento.
De manera que hablar de la declinación del Estado-Nación es un concepto peligroso, porque da a entender que el Estado-Nación está superado. El Estado-Nación genera una estructura básica para defender la propia comunidad, más allá de las diferencias ideológicas.

P- ¿Y usted cree que ésto se está dando actualmente en nuestro país?

S-
No. En nuestro país se da una desproporción y una desprotección fenomenal, porque el sistema del establishment político –por llamarlo de alguna manera-, es decir los grandes partidos electorales han comprado la receta de afuera; tanto el Radicalismo, como la Alianza, el Frepaso o las otras variantes del Partido Justicialista. Es decir, acá lo que el país necesita es generar un gran movimiento que rescate los gestos del pasado, que nos salve de las limitaciones y que plantee como objetivo fundamental la liberación nacional.

P- ¿Cree que hay un vacío de poder en este momento en la Argentina?

S-
El poder hoy está concentrado en los grandes monopolios y en el sistema internacional. En ese sentido se ejerce de una manera totalmente rigurosa. Lo que hay es un descabezamiento de una voluntad política orgánica de crear soluciones para el país. Es decir, orientados en el sentido de la autodeterminación, de la independencia económica, cultural, etc. Sí hay una especie de acefalía en las cúpulas y la necesidad de reconstruir un eje de referencia que no sean solo variantes de lo mismo.

P- Respecto al fenómeno de disgregación política y social ¿cuáles son los desafíos a los que nos enfrentamos?

S-
Nos enfrentamos a los desafíos que vienen de la lucha y de la resistencia activa, que todavía no tiene una concreción política, estratégica, explícita, pero que se da en una diversidad de planos. Hay una resistencia gremial, sobre temas económicos y que todavía no alcanza o se resiste a alcanzar una proyección política. Después están las luchas en la calle; los piquetes; los cortes de ruta, etc Yo digo que la gente excluida, cuando estaba en la producción tenía una resistencia que se manifestaba con los embates dados a la Patronal. Estos consistían en parar la producción, es decir efectuar la huelga. Ahora, esa gente, excluida de la producción, ya no puede hacer huelga, entonces tiene que cortar la circulación de una riqueza, a cuya producción no fue llamada y a cuyo disfrute tampoco fue convocada. Los cortes de ruta son la huelga del desempleado.

P- ¿Cree que faltan liderazgos que encabecen estas agrupaciones contestatarias o grupos de protesta?

S-
Hay líderes, con distintas posiciones, tonalidades, pero reconocidos en el campo de la lucha social. Lo que falta es una concreción política. Es decir, una perspectiva de poder. Acá tenemos que llegar a gobernar. No se trata de protestar únicamente, o crear diques de contención. Se trata de llegar con poder y no con poder nominal a la Casa de Gobierno.

P- Sigue vigente el proyecto de poder central en Buenos Aires, tomando como referencia histórica el Tratado del Cuadrilátero o la época de 1880?

S- Mire, el problema no es la radicación del centro neurálgico, sino el contenido específico de la política. El Tratado del Cuadrilátero era expresado principalmente a las provincias del litoral, que tenían coincidencias y divergencias con Buenos Aires puerto y con el interior mediterráneo. La generación del 80’ intentó construir el Estado nacional o consolidarlo, pero en un momento de gran ofensiva del imperialismo británico. Es decir, los planteos liberales que podían tener aspectos progresistas, quedaban limitados por la invasión del capital inglés. Entonces esta generación hizo lo que pudo.
En este momento, el problema es, no dónde se orienta el poder presidencial, sino la dirección de la política. Por ejemplo, el crecimiento de la Capital Federal y su contorno en la época del primer Gobierno de Perón fue muy grande; pero más grande fue el crecimiento de los principales centros del interior. Es decir, una política nacional desde Buenos Aires promovió, por ejemplo la industria en Córdoba y la transformación de la Córdoba conventual en la Córdoba industrial. Entonces, lo fundamental es el contenido específico del poder. Ahora hay un cierto federalismo defensivo, en el cual los gobernadores actúan como mediadores entre la pobreza de sus provincias y el poder central; una especie de feudalismo. Por eso creo que es necesario promover políticas de contenido social y con proyección latinoamericana. Los gobernadores vendrían a ser gestores ante un poder central, que estratégicamente no disputa. Son intermediarios con el poder central y éste último es quien les marca las pautas a seguir.

P- ¿Son intermediarios con el poder central, pero también representativos de la gente?

S-
No, son falsos influyentes.

P- ¿Cuál cree que es hoy en la Argentina la verdadera legitimidad de la Democracia?

S-
Y..., la única legitimidad que tiene hoy la democracia, por el momento y no para todos es que a la 1 de la madrugada no le golpean a uno la puerta e irrumpen unos monos, que después lo hacen desaparecer. Hay una irrepresentatividad de fondo. Elegimos a los que, cada cinco o seis años nos van degollando. La descompensación del poder económico, el empleo de la propaganda ideológica, mediática, etc hace que la representatividad real no se produzca. Entonces la gente se retrae; vota por el menos malo o para sacar al que está en ese momento. Así se quisieron sacar de encima a Menem votando a De la Rúa, quien se suponía que iba a remediar todos los males del menemismo; y resultó ser el continuador de Menem. Yo lo llamo “Carlos Saúl De la Rúa”..... (Risas).

P- Hay economistas que sostienen que en la Argentina hay “regiones inviables”, ¿usted qué piensa al respecto?

S-
Bueno, es una canallada; las han hecho inviables. Si hay una política nacional, donde el excedente se invierta en mayor consumo y en inversiones internas todas las regiones van a ser viables. Pero si hay una política que promueve la destrucción de las fuerzas productivas, tanto rurales como industriales, simplemente hay inviabilidad. En realidad, los inviables para nuestro país, son los que hacen esa política. Un poco lo piensan en términos de reducir presupuestos provinciales, por ejemplo de cuatro provincias, hacer una; entonces tiene un solo gobernador, una sola legislatura. Pero el problema es que no tienen un programa para el país. Los viejos unitarios, que establecían la dictadura del puerto de Buenos Aires necesitaban el país para venderlo; éstos de ahora, ni siquiera eso. Esas afirmaciones los condenan. Hay que expulsarlos; hay que vomitarlos.

P- Si se produjera un quiebre en el Gobierno actual, de Fernando De la Rúa ¿qué podría llegar a pasar en nuestro país?

S-
Es un problema bastante complejo. Va a haber una fuerte tendencia hacia la rebelión popular. Ahora el problema es que esa rebelión pueda encauzarse lo más orgánicamente posible, es decir, con un proyecto. Hay que acumular fuerza y construir poder político popular en base a la lucha social, en base a las formas tradicionales. De todos modos, no me caben dudas de que vienen tiempos muy difíciles...

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