Kárpazos y Kálimnos
Presentamos un relato sobre el encanto e historia de dos islas griegas, símbolos del esplendor del Mar Egeo, lugares de misterio y de ancestrales leyendas. En ambas, se conjugan la belleza natural y la cultura de antiguas civilizaciones que conformaron una poderosa y atractiva identidad.
Por Cristina Katzeli
Junio 2004
Allí están, pequeñas y grandes, bañadas por el mar y acariciadas por el sol: son las Islas Griegas. Con ciudades de mar y de tierra, fortificadas algunas con castillos; con sus calles empedradas, sus casas señoriales, sus pequeños pueblos blancos con viñedos, olivares, molinos de viento y sus incontables iglesias. Allí están con su historia antiquísima, mitos y leyendas que se pierden en el pasado y cobran vida a cada paso hasta en el más remoto monasterio situado en un paraje abrupto. Allí están con sus casas con pórticos y arcos.
Kárpazos: con sus tradiciones de Olimpos; Kálimnos: isla de pescadores de esponjas. Kos: patria de Hipócrates y casa pintadas de cal blanca. Astipálea: rica en pesca y azoteas cubiertas de flores. Patmos: la Jerusalén del mar Egeo, con su monasterio dedicado al apóstol Juan. Kasos: con sus hermosas casas de piedra. Tilos: con sus espléndidas playas y castillos genoveses. Y así continúa como una inestimable cadena de la memoria helénica: Simi, Nísiros, Leros, Kastelórizo, Angazonisi, Jalki, Lipsi, y miles de otros islotes, cada una con su belleza singular y su propia personalidad.
Kárpazos
Entre Rodas y Creta se encuentra la segunda isla del Dodecaneso en cuanto a extensión, con sus 301 kilómetros cuadrados y sus 4.645 habitantes. Poseedora de una belleza singular, sus reseñas históricas son mínimas, con períodos de dominación romana y bizantina.
Llamada Porfiris antiguamente por la tinta roja, que sus habitantes elaboraban; la materia colorante debió obtenerse de los moluscos Murex y Púrpura (porfiró); se cree que su nombre actual procede de la voz “arpiaktó” (robo), debido a que la isla fue durante el medioevo guarida de piratas.
En la antigüedad había cuatro ciudades importantes que participaban en la Liga Ateniense. Nísiros y Posidion eran las principales de las cuatro ciudades colonizadas por los argivos.
A partir del siglo V antes de cristo pasó a dominio de Rodas siendo más tarde conquistada por los romanos. En época bizantina padeció espantosas destrucciones sucesivas. Tras la conquista de Constantinopla, por los francos, la isla fue gobernada por León Gavalás, hasta 1.312, luego pasó a depender de Venecia hasta 1.538, fecha en la que fue conquistada por los turcos. Durante la revolución de 1.821 tomó parte en la lucha y como resultado conoció un pequeño período de independencia hasta 1.832 volviendo a ser ocupada por los turcos. En el año 1.912 se encontró bajo dominio italiano como las demás islas del Dodecaneso, siendo incorporadas todas ellas a Grecia en 1.948.
El suelo de la isla es montañoso, la cima más alta es Kalolimni, de 1.200 metros de altitud y en la parte meridional predominan las llanuras. El extremo septentrional de Kárpazos está separado por un estrecho canal de una pequeña isla, Saria, donde estuvo la antigua Nísiros, cuyas ruinas aún se pueden apreciar.
La capital y principal puerto de Kárpazos (Pigadia) situada al sureste de la isla y a orillas de la bahía de Pigadia fue contruída gracias a las subvenciones de los emigrantes de la isla a América. De sencillo pueblo de clase trabajadora, ha pasado a ser una ciudad moderna, que no sigue la arquitectura tradicional. Su emplazamiento tal vez sea el de la legendaria Posidion, puesto que en la colina de Kabos se pueden observar restos de una acrópolis antigua.
Al suroeste de la ciudad, a unos 8 kilómetros nos encontramos con Menetés, un pueblo que está habitado desde época medieval. Allí se encuentran iglesias de interés, en una de ellas se hallan un iconostasio cincelado en madera. Muchas de sus casas tienen características neoclásicas y en general están pintadas de color pastel con primorosos patios, jardines y sus calles empedradas.
Una cadena de montañas separa la agreste norte del fértil sur. En el suroeste, a 16 kilómetros de Kárpazos se halla el pueblo de Árkassa, que se identifica con la antigua ciudad de Arcesia, de la que se conservan restos de las murallas en lo alto de la colina. En este lugar también se encuentra una iglesia bizantina en ruinas, la Iglesia de Santa Sofía del siglo V, que tenía el pavimento de mosaico, de un arte excelente (hoy en el Museo de Rodas).
Aperi, a 8 kilómetros al norte de la ciudad de Kárpazos, fue el centro administrativo de la isla desde comienzos del siglo XVIII hasta 1.892; aquí se construyó un castillo para preservar a los habitantes de los piratas.
Othos, al oeste de Aperi, es el pueblo más alto de la isla (situado a 450 metros sobre el nivel del mar) y el más antiguo. Sus casas son de estilo tradicional y en una de ellas se encuentra el Museo Etnográfico, allí se pueden apreciar trajes, alfarería, herramientas de oficios tradicionales y hasta un viejo telar.
Diafani es un pintoresco pueblito costero del nordeste, con sus tabernas, hoteles y bellas playas de arena y guijarros.
La región norte de la isla se destaca por sus bellezas naturales y tradiciones, que sus habitantes atesoran con celo. Allí se elevan las montañas cubiertas de bosques, en ese mar verde descolla el pico del Profeta Elías de 1.140 metros.
Desde Diafani nos encaminamos hacia el pueblo de Olimpos, el más destacado de Kárpazos.
Olimpos; fundado entre los siglos X y XV, su establecimiento tiene origen en una concentración de pastores, así como de los habitantes de Vricuntas, que se reencontraron en el extremo septentrional de la isla, cuya ciudad fue destruída por un sismo. Olimpos fue edificado en una región de difícil acceso, en una inhóspita cresta de 600 metros de altura, el motivo: fue para dar seguridad a los habitantes, defendiéndolos de los piratas. Y estaba amurallado, como lo demuestran los restos conservados. Sus habitantes vivieron en el interior y en el exterior del castillo. Olimpos hoy forma un mosaico en el cual amalgama los restos de su remoto emplazamiento con lo moderno. El pueblo, con sus casas medievales apiñadas, en medio de un laberinto de callecitas empedradas y angostas, símbolo de auténtica arquitectura típica de Kárpazos; sus iglesias, como la de la Santísima Virgen y San Onofre. Sus molinos de viento medio demolidos, de diferentes tipos dominan a Olimpos y constituyen un museo viviente. Sus habitantes preservan inalterada toda la tradición de siglos, hablan un dialecto popular propio que conserva elementos dóricos y las mujeres visten a diario sus trajes tradicionales. El principal oficio es la artesanía.
Kálimnos
Entre Kos y Leros se encuentra la isla de las esponjas, la cuarta del Dodecaneso, en cuanto a superficie. Su extensión es de 111 kilómetros cuadrados y 14.295 habitantes.
Esta isla estuvo habitada en época neolítica. Los restos hallados en las excavaciones realizadas en Batís y Emborios atestiguan que hacia el año 2.000 a.C allí se había desarrollado una civilización de fuerte influencia cretense. Se cree que los primeros habitantes llegaron de las costas del Asia Menor y fueron carios; alrededor del año 1.000 a.C les sucedieron los dorios. En la antigüedad dependió de Kos y de las costas de Caria y no ejerció ningún papel importante. A mediados del siglo V a.C, Kálimnos se separa de la reina Artemisa de Caria, a la que estuvo sometida. Luego formó parte de la Liga Ateniense. Perteneció poco tiempo a los Ptolomeos de Egipto, y a mediados del siglo III a.C se alió a Kos. Tiempo después fue ocupada por los romanos y pasó a formar parte de la provincia de Asia. En época bizantina se construyó la mayor fortaleza de la isla: Kasteli. En el año 1.204 pasó a poder de los venecianos y al poco tiempo a los Caballeros de San Juan. Fue entonces cuando se edificó el castillo de Jorió y Pera Kastro o castillo de Jrisojeriá. Desde 1.522 hasta 1.912 los turcos se apoderaron de ella. En 1.912 pasó a ser ocupada por los italianos y recién en 1948 fue restituida a Grecia.
Esta isla montañosa, está configurada por tres macizos paralelos, situados en la parte noroeste y sureste, entre ellos se forman dos fértiles valles, en los que fueron construídas las dos ciudades más relevantes de la isla, Kálimnos o Pozia y Vathis. Las restantes localidades fueron levantadas en la parte occidental y la parte septentrional y posee pocos habitantes. Sus costas, acordes con la configuración del suelo forman muchos golfos, calas y pequeños puertos. Esta isla de rocas desarropadas, de pequeños y fértiles valles, de playas doradas, fuentes termales y abundante vegetación debe su celebridad a sus renombrados pescadores de esponjas.
La pesca de esponjas es la principal ocupación de su población y muchos bailes y canciones populares están inspirados por estas vivencias.
Los pescadores de Kálimnos parten en sus embarcaciones en primavera y su partida constituye un acontecimiento emocionante e importante, antes de zarpar se realizan espectaculares ceremonias religiosas. Luego de cinco meses de ardua pesca vuelven a la isla y es entonces cuando el alivio y la alegría se perciben en todos lo habitantes de Kálimnos. Toda la isla se engalana para recibir con festejos a los aguerridos marinos.
La capital Kálimnos o Pozia, que es también el puerto principal de la isla fue construída alrededor del año 1.850. Emplazada entre dos montañas baja hacia la bahía como una guirnalda multicolor de casas, iglesias y campanarios.
Las excavaciones han demostrado que estuvo habitada en la antigüedad. La ciudad actual está compuesta de casa contemporáneas y antiguas, la mayoría vivamente coloreadas, con pulcras calles adornadas con laureles atiborrados de flores color rosa. A orillas de la bahía se encuentran los Kafeníos (Cafés), los edificios con cúpula y reminiscencias italianas como el Palacio del Gobernador, la iglesia de Jesucristo o El Salvador del siglo XIX con cúpula plateada, cuyo interior está adornado de frescos y antiguos íconos pintados por artistas locales y un retablo es obra del famoso escultor griego Iannulis Jalepás.
En una vieja mansión neoclásica se encuentra el Museo Arqueológico, allí se observa una colección de objetos neolíticos y de la Edad del bronce, así como diversos recuerdos del pasado de la isla. Junto a la Plaza Elefterías se halla la fábrica de esponjas, allí se ilustra la historia de esta antigua industria.
Al noroeste de Pozia se encuentra la antigua capital de la isla, Horió, hoy convertido en un primoroso pueblo níveo. Aquí se preservan restos de un castillo que, según la tradición, fue erigido por los Caballeros de San Juan en el mismo lugar donde se encaramaba un castillo bizantino. En el interior de este castillo, hoy en ruinas se conservan restos del siglo IV a.C y de época helenística.
Subiendo desde Horió podemos ver a la izquierda otro castillo medieval edificado en la época d las Cruzadas, el de Pera Kastro, al que también se lo conoce con el nombre de Jrisojeriá (Manos de Oro) debido a un icono de la Santísima Virgen que tiene las manos de oro y que se encuentra en la iglesia que fue construída en el interior de la fortificación. Al pie de la colina del castillo se halla una pequeña iglesia de Cristo y tres antiguos molinos de viento.
Al nordeste de Pozia se encuentra la Gruta de las Siete Vírgenes o Ninfas, aquí se encontraron muchas ofrendas y utensilios de época neolítica, lo cual indica que en la antigüedad fue un lugar de culto. Según la leyenda, se cuenta que, en esta gruta se escondieron siete vírgenes huyendo de los piratas y desaparecieron en el canal sin fondo que hay allí.
Entre Horió y Pánormos se encuentra la iglesia de Jesucristo de Jerusalén, la construcción más importante de Kálimnos, la misma data del siglo VI d.C y se construyó con materiales de un antiguo edificio. La Basílica de tres naves, fue construída en el lugar que antes había ocupado un importante santuario de Apolo Delio, esto lo certifican los hallazgos de las excavaciones y las inscripciones. Al sureste existe una Basílica, cuyo pavimento, al igual que el de la iglesia de Cristo, está cubierto de mosaicos. Entre los cimientos se halló un tronco de mármol de una estatua de Asclepio (Dios de la medicina) hoy en el Museo de Pozia, junto al resto de los hallazgos de los emplazamientos antiguos de la isla.
Al suroeste se puede visitar la gruta de kefalas con una preciosa decoración de estalactitas y estalagmitas. En la antigüedad esta cueva fue lugar de culto y más tarde se usó como refugio contra los piratas. Se accede a ella por mar en barca.
Al sureste de la isla se halla el valle más fértil de la isla, Vathis , en el que está el pueblo que lleva el mismo nombre y dos pueblitos más: el de Metohi y el de Rina a la entrada de una bahía extraordinariamente azul.
En Vathis se hallaron vestigios de época neolítica. A un costado de la montaña, en Kira Psilí se halla el monasterio que lleva el mismo nombre, éste está dedicado a la Santísima Virgen, allí se conservan restos de un castillo.
Cerca de Metohi se encuentra la iglesia post bizantina del Arcángel del siglo XVII. Con campos de cítricos a sus espaldas, como un chal verde está Rina, es un bello pueblo provisto de un precioso puerto, allí se conserva la iglesia de la Santísima Virgen de Jostí (siglo XI-XII) y vestigios bizantinos.
El norte de la isla está prácticamente deshabitado. El norteño pueblo de pescadores de Emboriós es un lugar ideal para los amantes de paisajes agrestes. Al sureste de Emboriós se encuentra la iglesia de San Pedro Paleóniso en la que se conservan pinturas murales de interés.
Entre las playas más bellas de la isla está la de Massouri, que se ha convertido en centro turístico y la de Mirtiés llena de vegetación y preciosas casas de campo. Desde Kálimnos se pueden visitar las pequeñas islas de Télendos y Psérimos de idílicos paisajes.
Presentamos un relato sobre el encanto e historia de dos islas griegas, símbolos del esplendor del Mar Egeo, lugares de misterio y de ancestrales leyendas. En ambas, se conjugan la belleza natural y la cultura de antiguas civilizaciones que conformaron una poderosa y atractiva identidad.
Por Cristina Katzeli
Junio 2004
Allí están, pequeñas y grandes, bañadas por el mar y acariciadas por el sol: son las Islas Griegas. Con ciudades de mar y de tierra, fortificadas algunas con castillos; con sus calles empedradas, sus casas señoriales, sus pequeños pueblos blancos con viñedos, olivares, molinos de viento y sus incontables iglesias. Allí están con su historia antiquísima, mitos y leyendas que se pierden en el pasado y cobran vida a cada paso hasta en el más remoto monasterio situado en un paraje abrupto. Allí están con sus casas con pórticos y arcos.
Kárpazos: con sus tradiciones de Olimpos; Kálimnos: isla de pescadores de esponjas. Kos: patria de Hipócrates y casa pintadas de cal blanca. Astipálea: rica en pesca y azoteas cubiertas de flores. Patmos: la Jerusalén del mar Egeo, con su monasterio dedicado al apóstol Juan. Kasos: con sus hermosas casas de piedra. Tilos: con sus espléndidas playas y castillos genoveses. Y así continúa como una inestimable cadena de la memoria helénica: Simi, Nísiros, Leros, Kastelórizo, Angazonisi, Jalki, Lipsi, y miles de otros islotes, cada una con su belleza singular y su propia personalidad.
Kárpazos
Entre Rodas y Creta se encuentra la segunda isla del Dodecaneso en cuanto a extensión, con sus 301 kilómetros cuadrados y sus 4.645 habitantes. Poseedora de una belleza singular, sus reseñas históricas son mínimas, con períodos de dominación romana y bizantina.
Llamada Porfiris antiguamente por la tinta roja, que sus habitantes elaboraban; la materia colorante debió obtenerse de los moluscos Murex y Púrpura (porfiró); se cree que su nombre actual procede de la voz “arpiaktó” (robo), debido a que la isla fue durante el medioevo guarida de piratas.
En la antigüedad había cuatro ciudades importantes que participaban en la Liga Ateniense. Nísiros y Posidion eran las principales de las cuatro ciudades colonizadas por los argivos.
A partir del siglo V antes de cristo pasó a dominio de Rodas siendo más tarde conquistada por los romanos. En época bizantina padeció espantosas destrucciones sucesivas. Tras la conquista de Constantinopla, por los francos, la isla fue gobernada por León Gavalás, hasta 1.312, luego pasó a depender de Venecia hasta 1.538, fecha en la que fue conquistada por los turcos. Durante la revolución de 1.821 tomó parte en la lucha y como resultado conoció un pequeño período de independencia hasta 1.832 volviendo a ser ocupada por los turcos. En el año 1.912 se encontró bajo dominio italiano como las demás islas del Dodecaneso, siendo incorporadas todas ellas a Grecia en 1.948.
El suelo de la isla es montañoso, la cima más alta es Kalolimni, de 1.200 metros de altitud y en la parte meridional predominan las llanuras. El extremo septentrional de Kárpazos está separado por un estrecho canal de una pequeña isla, Saria, donde estuvo la antigua Nísiros, cuyas ruinas aún se pueden apreciar.
La capital y principal puerto de Kárpazos (Pigadia) situada al sureste de la isla y a orillas de la bahía de Pigadia fue contruída gracias a las subvenciones de los emigrantes de la isla a América. De sencillo pueblo de clase trabajadora, ha pasado a ser una ciudad moderna, que no sigue la arquitectura tradicional. Su emplazamiento tal vez sea el de la legendaria Posidion, puesto que en la colina de Kabos se pueden observar restos de una acrópolis antigua.
Al suroeste de la ciudad, a unos 8 kilómetros nos encontramos con Menetés, un pueblo que está habitado desde época medieval. Allí se encuentran iglesias de interés, en una de ellas se hallan un iconostasio cincelado en madera. Muchas de sus casas tienen características neoclásicas y en general están pintadas de color pastel con primorosos patios, jardines y sus calles empedradas.
Una cadena de montañas separa la agreste norte del fértil sur. En el suroeste, a 16 kilómetros de Kárpazos se halla el pueblo de Árkassa, que se identifica con la antigua ciudad de Arcesia, de la que se conservan restos de las murallas en lo alto de la colina. En este lugar también se encuentra una iglesia bizantina en ruinas, la Iglesia de Santa Sofía del siglo V, que tenía el pavimento de mosaico, de un arte excelente (hoy en el Museo de Rodas).
Aperi, a 8 kilómetros al norte de la ciudad de Kárpazos, fue el centro administrativo de la isla desde comienzos del siglo XVIII hasta 1.892; aquí se construyó un castillo para preservar a los habitantes de los piratas.
Othos, al oeste de Aperi, es el pueblo más alto de la isla (situado a 450 metros sobre el nivel del mar) y el más antiguo. Sus casas son de estilo tradicional y en una de ellas se encuentra el Museo Etnográfico, allí se pueden apreciar trajes, alfarería, herramientas de oficios tradicionales y hasta un viejo telar.
Diafani es un pintoresco pueblito costero del nordeste, con sus tabernas, hoteles y bellas playas de arena y guijarros.
La región norte de la isla se destaca por sus bellezas naturales y tradiciones, que sus habitantes atesoran con celo. Allí se elevan las montañas cubiertas de bosques, en ese mar verde descolla el pico del Profeta Elías de 1.140 metros.
Desde Diafani nos encaminamos hacia el pueblo de Olimpos, el más destacado de Kárpazos.
Olimpos; fundado entre los siglos X y XV, su establecimiento tiene origen en una concentración de pastores, así como de los habitantes de Vricuntas, que se reencontraron en el extremo septentrional de la isla, cuya ciudad fue destruída por un sismo. Olimpos fue edificado en una región de difícil acceso, en una inhóspita cresta de 600 metros de altura, el motivo: fue para dar seguridad a los habitantes, defendiéndolos de los piratas. Y estaba amurallado, como lo demuestran los restos conservados. Sus habitantes vivieron en el interior y en el exterior del castillo. Olimpos hoy forma un mosaico en el cual amalgama los restos de su remoto emplazamiento con lo moderno. El pueblo, con sus casas medievales apiñadas, en medio de un laberinto de callecitas empedradas y angostas, símbolo de auténtica arquitectura típica de Kárpazos; sus iglesias, como la de la Santísima Virgen y San Onofre. Sus molinos de viento medio demolidos, de diferentes tipos dominan a Olimpos y constituyen un museo viviente. Sus habitantes preservan inalterada toda la tradición de siglos, hablan un dialecto popular propio que conserva elementos dóricos y las mujeres visten a diario sus trajes tradicionales. El principal oficio es la artesanía.
Kálimnos
Entre Kos y Leros se encuentra la isla de las esponjas, la cuarta del Dodecaneso, en cuanto a superficie. Su extensión es de 111 kilómetros cuadrados y 14.295 habitantes.
Esta isla estuvo habitada en época neolítica. Los restos hallados en las excavaciones realizadas en Batís y Emborios atestiguan que hacia el año 2.000 a.C allí se había desarrollado una civilización de fuerte influencia cretense. Se cree que los primeros habitantes llegaron de las costas del Asia Menor y fueron carios; alrededor del año 1.000 a.C les sucedieron los dorios. En la antigüedad dependió de Kos y de las costas de Caria y no ejerció ningún papel importante. A mediados del siglo V a.C, Kálimnos se separa de la reina Artemisa de Caria, a la que estuvo sometida. Luego formó parte de la Liga Ateniense. Perteneció poco tiempo a los Ptolomeos de Egipto, y a mediados del siglo III a.C se alió a Kos. Tiempo después fue ocupada por los romanos y pasó a formar parte de la provincia de Asia. En época bizantina se construyó la mayor fortaleza de la isla: Kasteli. En el año 1.204 pasó a poder de los venecianos y al poco tiempo a los Caballeros de San Juan. Fue entonces cuando se edificó el castillo de Jorió y Pera Kastro o castillo de Jrisojeriá. Desde 1.522 hasta 1.912 los turcos se apoderaron de ella. En 1.912 pasó a ser ocupada por los italianos y recién en 1948 fue restituida a Grecia.
Esta isla montañosa, está configurada por tres macizos paralelos, situados en la parte noroeste y sureste, entre ellos se forman dos fértiles valles, en los que fueron construídas las dos ciudades más relevantes de la isla, Kálimnos o Pozia y Vathis. Las restantes localidades fueron levantadas en la parte occidental y la parte septentrional y posee pocos habitantes. Sus costas, acordes con la configuración del suelo forman muchos golfos, calas y pequeños puertos. Esta isla de rocas desarropadas, de pequeños y fértiles valles, de playas doradas, fuentes termales y abundante vegetación debe su celebridad a sus renombrados pescadores de esponjas.
La pesca de esponjas es la principal ocupación de su población y muchos bailes y canciones populares están inspirados por estas vivencias.
Los pescadores de Kálimnos parten en sus embarcaciones en primavera y su partida constituye un acontecimiento emocionante e importante, antes de zarpar se realizan espectaculares ceremonias religiosas. Luego de cinco meses de ardua pesca vuelven a la isla y es entonces cuando el alivio y la alegría se perciben en todos lo habitantes de Kálimnos. Toda la isla se engalana para recibir con festejos a los aguerridos marinos.
La capital Kálimnos o Pozia, que es también el puerto principal de la isla fue construída alrededor del año 1.850. Emplazada entre dos montañas baja hacia la bahía como una guirnalda multicolor de casas, iglesias y campanarios.
Las excavaciones han demostrado que estuvo habitada en la antigüedad. La ciudad actual está compuesta de casa contemporáneas y antiguas, la mayoría vivamente coloreadas, con pulcras calles adornadas con laureles atiborrados de flores color rosa. A orillas de la bahía se encuentran los Kafeníos (Cafés), los edificios con cúpula y reminiscencias italianas como el Palacio del Gobernador, la iglesia de Jesucristo o El Salvador del siglo XIX con cúpula plateada, cuyo interior está adornado de frescos y antiguos íconos pintados por artistas locales y un retablo es obra del famoso escultor griego Iannulis Jalepás.
En una vieja mansión neoclásica se encuentra el Museo Arqueológico, allí se observa una colección de objetos neolíticos y de la Edad del bronce, así como diversos recuerdos del pasado de la isla. Junto a la Plaza Elefterías se halla la fábrica de esponjas, allí se ilustra la historia de esta antigua industria.
Al noroeste de Pozia se encuentra la antigua capital de la isla, Horió, hoy convertido en un primoroso pueblo níveo. Aquí se preservan restos de un castillo que, según la tradición, fue erigido por los Caballeros de San Juan en el mismo lugar donde se encaramaba un castillo bizantino. En el interior de este castillo, hoy en ruinas se conservan restos del siglo IV a.C y de época helenística.
Subiendo desde Horió podemos ver a la izquierda otro castillo medieval edificado en la época d las Cruzadas, el de Pera Kastro, al que también se lo conoce con el nombre de Jrisojeriá (Manos de Oro) debido a un icono de la Santísima Virgen que tiene las manos de oro y que se encuentra en la iglesia que fue construída en el interior de la fortificación. Al pie de la colina del castillo se halla una pequeña iglesia de Cristo y tres antiguos molinos de viento.
Al nordeste de Pozia se encuentra la Gruta de las Siete Vírgenes o Ninfas, aquí se encontraron muchas ofrendas y utensilios de época neolítica, lo cual indica que en la antigüedad fue un lugar de culto. Según la leyenda, se cuenta que, en esta gruta se escondieron siete vírgenes huyendo de los piratas y desaparecieron en el canal sin fondo que hay allí.
Entre Horió y Pánormos se encuentra la iglesia de Jesucristo de Jerusalén, la construcción más importante de Kálimnos, la misma data del siglo VI d.C y se construyó con materiales de un antiguo edificio. La Basílica de tres naves, fue construída en el lugar que antes había ocupado un importante santuario de Apolo Delio, esto lo certifican los hallazgos de las excavaciones y las inscripciones. Al sureste existe una Basílica, cuyo pavimento, al igual que el de la iglesia de Cristo, está cubierto de mosaicos. Entre los cimientos se halló un tronco de mármol de una estatua de Asclepio (Dios de la medicina) hoy en el Museo de Pozia, junto al resto de los hallazgos de los emplazamientos antiguos de la isla.
Al suroeste se puede visitar la gruta de kefalas con una preciosa decoración de estalactitas y estalagmitas. En la antigüedad esta cueva fue lugar de culto y más tarde se usó como refugio contra los piratas. Se accede a ella por mar en barca.
Al sureste de la isla se halla el valle más fértil de la isla, Vathis , en el que está el pueblo que lleva el mismo nombre y dos pueblitos más: el de Metohi y el de Rina a la entrada de una bahía extraordinariamente azul.
En Vathis se hallaron vestigios de época neolítica. A un costado de la montaña, en Kira Psilí se halla el monasterio que lleva el mismo nombre, éste está dedicado a la Santísima Virgen, allí se conservan restos de un castillo.
Cerca de Metohi se encuentra la iglesia post bizantina del Arcángel del siglo XVII. Con campos de cítricos a sus espaldas, como un chal verde está Rina, es un bello pueblo provisto de un precioso puerto, allí se conserva la iglesia de la Santísima Virgen de Jostí (siglo XI-XII) y vestigios bizantinos.
El norte de la isla está prácticamente deshabitado. El norteño pueblo de pescadores de Emboriós es un lugar ideal para los amantes de paisajes agrestes. Al sureste de Emboriós se encuentra la iglesia de San Pedro Paleóniso en la que se conservan pinturas murales de interés.
Entre las playas más bellas de la isla está la de Massouri, que se ha convertido en centro turístico y la de Mirtiés llena de vegetación y preciosas casas de campo. Desde Kálimnos se pueden visitar las pequeñas islas de Télendos y Psérimos de idílicos paisajes.
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