Informe y texto: Karina Donangelo
La Edad Oscura del gato-
(Parte 2 de 3)
La Edad Media….
Hasta
el año 1000 de nuestra era, los gatos estaban bien conceptuados. Había multas
por matar a un gato y los mismos adquirían un valor especial en el mercado si
además eran buenos cazadores.
No se sabe
a ciencia cierta cuándo, dónde ni por qué razón comenzó a ser visto con malos
ojos. Mucho se ha escrito al respecto. Hay quienes dicen que fueron los celtas
los que hicieron de él un símbolo de las potencias negativas de la naturaleza.
Una antigua leyenda artúrica narrada en La Historia de Merlín, cuenta el
combate del rey Arturo con el gato Chapalú, un miembro siniestro y diabólico de
la familia gatuna que mantenía aterrorizados a todos los habitantes de la isla
galesa de Anglesey. A este gato malvado se enfrentó el mítico rey, liberando a
la población de su ferocidad.
La
misma leyenda se trasladó a otras partes del continente. Así es como,
encontramos a este gato diabólico también con el nombre de Chat Palug, en las
cercanías del lago Bourget, en los Alpes franceses.
La
crueldad del Chat Palug marcó definitivamente el destino de sus colegas y
descendientes, que quedaron deudores de sus fechorías y desmanes. Los celtas,
galeses y muchos de sus contemporáneos no sintieron la menor estima por los
pequeños felinos y prefirieron mantenerlos alejados de los hogares e incluso
los sacrificaron con frecuencia. Aquella hostilidad fue trazando un camino
arduo para las generaciones futuras de gatos.
A
partir del año 1180 a 1200, comienza la persecución de este felino en Europa
por cuestiones de variada índole, pero muy especialmente por cuestiones
religiosas. En esa época, el común de la gente no contaba con suficiente
instrucción, y las ciencias todavía estaban en pañales. A esto se sumaba el
hecho de que muchos jerarcas de la Iglesia Católica en su afán por afianzar su
poder único y absoluto, comenzaron a ver conspiraciones y amenazas a su poder
terrenal en cualquier cosa que escapara de su comprensión o gusto arbitrario.
Así fue como se comenzó a observar al gato como un animal sospechoso de
confabular contra las autoridades. Por absurdo y por desconocimiento absoluto
de la fisiología y comportamiento de este felino, hasta se llegó a determinar
en aquella época una serie de características “satánicas” del gato que se
relatan a continuación:
1- Actividad nocturna, propia de su actividad de cazador solitario (se
interpretó como un aviso a los demonios por si venía alguien durante las
orgías).
2- Pupila vertical que se ensancha en la oscuridad y la mirada
fosforescente, lo que por naturaleza le brinda al gato una altísima visibilidad durante la noche
(según ellos era el reflejo en el fondo del ojo llamado Tapetun lacidum).
3- Personalidad misteriosa e incomprendida por sus características poco
sociables, vida solitaria y falta de apego a las personas.
4- Supervivencia a situaciones límites, caracterizada como las famosas
“siete vidas” de un gato.
5- Relaciones sexuales ostentosas, bulliciosas (lujuriosas) que hacían
pensar en la posesión de un demonio. Aunque la llamada de la hembra en celo y
los maullidos de los gatos durante el acoplamiento son normales para la
especie.
6- El gato estaba identificado además con dioses paganos (politeístas)
como Bastet en Egipto, Freya de Alemania. Estos dos últimos puntos fueron
tomados como pecados capitales por la Iglesia Católica.
Freya o Freyja, era una diosa del norte de Europa, escandinava o
teutónica, como ya mencionamos anteriormente. Esta bella mujer, rubia y de ojos
azules representaba, la belleza, el amor fructífero, los amantes y los placeres
sexuales. Se representaba en un carro tirado por dos gatos, que representaban
la fecundidad. El gato siempre se asoció a la creación y reproducción por su
facilidad en la concepción y su excelente instinto maternal.
Esta diosa también era invocada para la germinación de los granos y el
éxito de las cosechas. Los campesinos, acostumbraban poner un recipiente de
leche para los gatos de Freya para que éstos a su vez les protegiera las
cosechas. Luego se la consideró como diosa de la guerra y quien recibía los
muertos del campo de batalla.
Por todos estos atributos, el cristianismo la consideró como diosa de
los muertos y se fue cambiando su aspecto al de un demonio o bruja; se la
representaba vieja, fea, arrugada, cruel y los gatos del carro se transformaron
en caballos que montaban las brujas.
Por su parte, muchas brujas admitieron haber mantenido relaciones con
Satanás personificado en la figura de un bestial gato negro; otras confesaron
haberlo amamantado con su propia sangre. Y como el gato resultó ser el elemento
por el cual el diablo se hacía con el alma de sus adeptos, fue cruelmente
perseguido y aniquilado.
Muchas de estas brujas se ocupaban en hacer brebajes con partes de
gato, según se decía para realizar hechizos de amor.
El culto se llevaba a cabo el día viernes y de allí deriva el nombre
del día Friday. Se creía que este día era el más apropiado para casarse. Luego,
los cristianos consideraron que era una ofensa utilizar ese día, que era el de
la muerte de Jesús para rendir culto a una diosa pagana, practicante de
brujería.
Posteriormente, el cristianismo comenzó a perseguir, torturar y quemar
a los seguidores de Freya y a los gatos. El pueblo en general ignorante y
tendiente a creer en las fuerzas sobrenaturales, volcó su odio por las
calamidades climáticas o enfermedades, sobre las brujas, los gatos y las
minorías étnicas como los judíos y los negros.
Algunas de las creencias de la época, se relatan a continuación: Se pensaba que Satanás se transformaba en un gato negro, y tenía
relaciones sexuales con las brujas.
Otros creían que las brujas se transformaban en gatos por su magia y
las lesiones que se provocaban a los gatos, luego aparecían en el cuerpo de las
brujas u otros implicados.
Se decía que el poder maléfico de los gatos estaba en su cabeza y en
la cola. En Francia, en el siglo XV se llegó a creer que si una joven pisaba la
cola de un gato, no conseguiría marido durante todo ese año.
Bulas
Papales
A tal punto llegó la aversión de la Iglesia Católica por el gato que
varios de sus más afamados representantes escribieron documentos (bulas) en
contra de este felino. En el año 1227, el Papa Gregorio IX describe en una de
ellas al demonio con un gato negro. En la bula dictada en el año 1230, el Obispo de París, Guillermo de
Auvenia, describe a Lucifer como un sapo o un gato. En el año 1300, el Papa
Clemente V acusó a los Templarios de brujería, por adorar a un gato negro y
realizar prácticas sexuales anormales. Y en 1484, el Papa Inocencio VIII, bajo
el martillo de la Santa Inquisición, alentaba el sacrificio de gatos,
quemándolos en fiestas populares, una práctica para nada sagrada y mucho menos
piadosa…. Incluso recomendaba sacrificar a cualquier médico naturalista que
pretendiera utilizar hierbas curativas.
De acuerdo con registros de la época, en distintas localidades de
Europa se desarrollaron fiestas populares donde se sacrificaban gatos en
diferentes formas, aunque predominaban las que terminaban quemándolos vivos..
En Metz, Francia, por ejemplo, en el año 1344 se quemaron 13 gatos vivos en la
hoguera popular. Y estas prácticas se mantuvieron hasta por lo menos los años
1733-1777. En Ypres, Bélgica, era común que se lanzaran gatos vivos desde la
torre de la catedral a las llamas de una hoguera en la plaza. Si bien esta
costumbre perduró hasta el año 1817, aún hoy se sigue llevando a cabo este
ritual, con la única variante que ahora se lanzan gatos de peluche y es signo
de buena suerte agarrar uno. En Alemania por lo general se acostumbraba
cazarlos y posteriormente asarlos. En Aix en Provence y en París se quemaban
vivos en la hoguera de San Juan que se llevaba a cabo todos los 24 de Junio.
Esta práctica recién fue suprimida en el siglo XVII, por el rey Luis XIV. En
Inglaterra, durante la coronación de Isabel I, se quemó un cesto de mimbre lleno
de gatos, por ser la representación del Papa enemigo de la Iglesia Anglicana.
La
Peste Bubónica o Peste Negra
Pese a todas las versiones que analizamos anteriormente, todo parece
indicar que la Edad Oscura del gato comenzó con la terrible peste negra que
asoló Europa en el siglo XVI.
Se cree que alrededor de 1347/1348 navegantes genoveses trajeron la
peste al viejo continente en sus barcos que venían de Asia (China e India). La
mayor parte de los historiadores coincide en afirmar que murieron en Europa alrededor
de 25 millones de personas; esto significó que 3 de cada 4 europeos perecieron
por la cruel enfermedad. La Peste hizo estragos particularmente en las
poblaciones urbanas, las cuales tenían una pésima sanidad, y a esto se sumó la
superpoblación y la convivencia con las ratas.
Esta enfermedad fue producida por la bacteria Yersinia pestis o
Pasteurella pestis, que recién se descubrió a fines del 1800. Esta bacteria
enfermaba a las ratas y era transmitida por las pulgas de estos roedores; una
vez adquirida por el ser humano, se transmitía de hombre a hombre. Por aquel
entonces se desconocía la causa de esta enfermedad y se pensaba que era un
castigo divino por los pecados humanos.
Aunque la población de gatos había disminuido muchísimo por la
persecución de los dos siglos anteriores y las ratas proliferaban sin problemas;
muchos felinos tampoco escapaban de esta enfermedad, la cual les era
transmitida a través de las pulgas de las ratas.
La epidemia se extendió por toda Europa y duró alrededor de 200 años.
Se llegó a pensar que aquello era el preludio del fin del mundo. Y por ende,
muchos se entregaron a conductas libertinas, lo que acrecentó costumbres
primitivas, sexuales y crueles, promoviendo una vez más las ceremonias de
matanzas, de gatos y personas incriminadas en la brujería.
Y es que la superstición popular identificó como responsables de la
cólera divina a todos aquellos que parecían los más perturbadores, indeseables
y lóbregos. Tal fue el caso de los judíos. Rápidamente se los acusó de
ser los causantes de la epidemia por medio de la intoxicación y el
envenenamiento de pozos. En consecuencia, en muchos lugares de Europa, se
iniciaron pogromos judíos y una extinción local de comunidades judías. Aun
cuando líderes espirituales o seculares trataron de impedir esta situación, la
falta de autoridad debido a la agitación social, que a su vez era consecuencia
de la gravedad de la epidemia, generalmente no les permitía a aquellos tener
éxito.
Las brujas, también se convirtieron en víctimas propiciatorias e
instrumentos de expiación, Y junto con ellas, sus símbolos y animales
totémicos, especialmente el gato, que, siendo en el sentir popular el alter ego
de las brujas y compañero de los maleficios, sufrió la peor de las suertes.
Como podemos ver, la Edad Media, no solo se caracterizó por ser una
época de oscurantismo para la humanidad; de hecho fue la época más negra para
la existencia del gato en el mundo occidental conocido. Fueron años en donde
cualquier explicación lógica quedaba fuera de juego. Ninguna explicación coherente
o científica alcanzaba para explicar fenómenos naturales, o enfermedades. Todo
se atribuía a poderes sobrenaturales y
en especial al poder del Diablo y las brujas que eran sus representantes en la
Tierra. Es sabido que muchos eclesiásticos se valieron de esta situación de
extrema ignorancia para estimular a las masas incultas y supersticiosas, para
que realizaran cacerías y matanzas de personas y gatos, que no respondían a sus
gustos o que podrían socavar su poder.
Las pocas y únicas islas de paz donde lastimosamente lograron
sobrevivir los hostigados felinos fueron principalmente las zonas rurales. Paradójicamente,
también sobrevivieron ocultos en monasterios y palacios, pero de forma
clandestina. Sí, en efecto, no había monasterio sin gato, ni habitación de
niños de alcurnia que no contara con la presencia de algún virtuoso y benéfico felino.
Es comprensible, puesto que solamente aquellos lugares en los que los gatos
habían sido respetados y cuidados se mantuvieron relativamente a salvo de la
fatídica enfermedad.
Los gatos en la Era
Moderna
No fue
hasta el siglo XV y el XVI, es decir hasta el Renacimiento, cuando los
movimientos humanistas reivindicaron la cultura clásica de Grecia y Roma, junto
con su aprecio por los gatos Y el gato doméstico fue revaluado por la Iglesia
Católica, a tal punto que el Cardenal Richelieu dejó parte de su herencia a sus
gatos. Se seguía condenando a la brujería y las herejías, pero el gato ya no
corría la misma suerte tan funesta.
Poco a
poco el gato fue recuperando su lugar en la sociedad, y se convirtió en adorno
de salones palaciegos. La aristocracia se hacía retratar junto a ellos y al morir les hacían construir tumbas y les
componían sonetos.
Sin
embargo, la presencia y el status del felino recién se consolidó en el siglo
XVII. Durante aquel período los nobles franceses hicieron construir los
primeros chatieres (antecesores de las famosas “puertas gateras”) para que sus
mascotas pudieran ir y venir a su gusto.
En
España, escritores como Francisco de Quevedo, el fabulista Félix María de
Samaniego y pintores de la talla de Velázquez o Murillo lo describían como un
animal elegante y singular, astuto y excelente cazador. Con esto pretendían
erradicar la mala fama del gato y devolverlo a la posición que realmente
merecía.
A
mediados del siglo XIX, el gato se estableció definitivamente en los hogares, y
a finales del siglo XIX fue tal la pasión por este animal que comenzaron a
organizarse las primeras exposiciones sobre felinos, estableciendo los rasgos
específicos de cada raza. Fue también en este siglo que Louis Pasteur vio en
los gatos un primer ejemplo público de higiene, pues, como es sabido, los gatos
se la pasan acicalándose y lavándose gran parte del día. Así, poco a poco
fueron gozando de una creciente popularidad.
Ya en
el siglo XX y en el XXI, los gatos son definitivamente adoptados como cazadores
y exterminadores de ratas y plagas. Pero además son adoptados como animales
fieles de compañía, mimados y rodeados de afecto y comprensión, considerados
incluso como un miembro más de la familia.
Estos
dos siglos lo ubicaron en las primeras planas, como protagonistas del cine y la
televisión, en tiras cómicas, dibujos animados e historietas.
Muchas
son las anécdotas que podríamos mencionar respecto al protagonismo que han
tenido distintos gatos a lo largo de estos dos últimos siglos. Profundizaremos
en ello, en el siguiente artículo. Pero a modo de adelanto mencionaremos las
siguientes:
Los gatos en la Segunda
Guerra Mundial
Una de
las anécdotas más famosas se relaciona con el caso del hundimiento del
acorazado alemán Bismarck el 27 de Mayo de 194. Este poderoso buque había sido
alcanzado al anochecer del día anterior por un pequeño torpedo aéreo en el
punto más vulnerable del casco; los timones, por efecto de la explosión
quedaron trincados a babor hacia donde viraba a toda máquina tratando de
esquivar a los demás torpedos del resto de la escuadrilla atacante. El
resultado fue que el Bismarck fue
imposible de gobernar y, tras un gran castigo de los barcos de la armada
inglesa, se hundió en el mar. Horas después, el destructor británico Cossack
husmeaba a poca velocidad la zona del hundimiento en busca de algún resto
interesante o algún sobreviviente.
En una
de esas paradas, tras recoger algo del mar, el barco reemprendía la marcha
cuando un marino creyó oír un grito de auxilio o algo parecido, por la banda
contraria a la que trabajaba. Suspendida la retirada, los británicos
escudriñaban el mar en la dirección señalada en busca de quien había emitido
aquel grito. Sin embargo, no veían más que restos de petróleo, maderas y un
trozo de algo flotante como de 50 centímetros con algo negro encima .Ese algo
negro se movía y era un gato negro. Lo que se había oído era su maullido. Debía
haber estado esperando a que le recogieran desde el buque pero solo cuando vio
que éste se ponía en marcha decidió a hacerse notar.
¿De
dónde había podido salir aquel gato? ¿Del Bismarck?, Imposible tras el castigo
que había sufrido. Pero, sin embargo, ningún otro buque había sido hundido por
aquellas latitudes así que necesariamente tenía que pertenecer a la tripulación
del acorazado, así que era un gato alemán y por lo tanto enemigo. Informado el
capitán del Cossack, ordenó inmediatamente subir al animal y hacerlo
prisionero. El gato dio un gracioso salto y se encaramó a los hombros del
marinero rescatista. Una vez a bordo salto a la cubierta, se sacudió
enérgicamente y comenzó a lamerse el cuerpo tratando de eliminar las manchas de
petróleo sin prestar demasiada atención a los divertidos marineros que
observaban sus maniobras.
Alguien
trajo un plato de leche para el minino que interrumpió su aseo para bebérsela
e, inmediatamente después, siguió con su tarea. Tras un rato, se dieron cuenta
de que llevaba un collar que confirmaba sus sospechas: era alemán y podía
leerse su nombre y su graduación: Oscar, Capitán de Corbeta. Al lado aparecía
una cruz gamada y otro nombre: Bismarck . De alguna forma había conseguido
escapar del destrozado buque. Herr Oscar se adaptó sin traumas a la nueva
situación y poco a poco fue explorando el buque. Un mes más tarde el barco ya
no tenía secretos para él. Solía pasar revista una vez al día de proa a popa,
sin omitir el puente de mando donde el capitán le daba novedades. Desde el 1 de
Enero 1939, fecha de su nacimiento oficial ya que un marino estudiante de
veterinaria había sentenciado que el gato tenía un año y medio de edad o casi,
nació Oscar: ahora tenía un nuevo collar en el que podía leerse: Oscar, Royal
Navy, 1941.
Otra
anécdota tiene que ver en este caso con los ingleses y su imperiosa necesidad
de recibir la ayuda de los birmanos durante la Segunda Guerra Mundial. Ya que
Birmania tenía una localización estratégica en el conflicto. Sin embargo, la
población se negaba a colaborar con los ingleses, dada la gran influencia que
tenían los japoneses en ellos. Todos los esfuerzos eran inútiles y la
diplomacia aliada ya no sabía cómo conseguir una alianza con los birmanos. Sin
embargo, se les ocurrió aprovechar la creencia que tenían estos pobladores,
sobre la divinidad de los gatos e hicieron pintar en todos los vehículos
militares gatos blancos. Además, se ordenó traer ese tipo de gatos a las bases
militares, para que vivieran ahí. Los birmanos consideraron esa señal divina
como inequívoca, y de ahí en adelante colaboraron con los ingleses, desoyendo
la influencia japonesa.
Y por
último mencionaremos a Sir Winston
Churchill, que se encontraba muy enfermo, en cama, atendido por sus médicos.
Estaba con su gato, quien le cuidaba día y noche y no se apartaba de su lado.
Una noche, cuando ya parecía que estaba fuera de peligro, y los médicos no
temían por su vida, su gato empezó a maullar para salir de la habitación. Al
día siguiente, Churchill amaneció muerto, habiendo presentido su gato la muerte
inminente de su dueño, y despidiéndose de él. Como recompensa de su afecto, al
estar con él hasta el final, Churchill no se olvidó de él en su testamento.
Todos los caminos conducen
a Roma…
En la
actualidad, existen en Roma cerca de 300.000 gatos, en unas 2.000 colonias,
protegidas desde el año 2001, por la Junta Municipal del centro histórico de
Roma que los declaró Patrimonio Biocultural de la ciudad. De esta forma, en
aras de la larga amistad que une al pequeño felino con las calles y ruinas de
la Ciudad Eterna, los romanos salvaron la herencia y la riqueza que aporta el
denominado “Felinus romanus”, que contempla majestuoso, las inmemoriales ruinas
de Roma. Las colonias son cuidadas por voluntarias amantes de los felinos,
conocidos como gattare, que han fundado varios santuarios felinos a lo largo de
la ciudad. Uno de los más famosos se encuentra a la sombra de la Torre
Argentina, un santuario felino situado junto al lugar donde el emperador Julio
César fue asesinado. Este lugar, que contiene algunos de los templos más
antiguos de Roma, fue excavado en 1929, dejando un área protegida bajo el nivel
de la acera, al que se trasladaron los mininos. Y tras ellos, los gattare. A
ella se dirigía todas las mañanas para alimentar a sus queridos mininos la más
famosa de los gattare, la gran actriz italiana Anna Magnani, premiada con un
Óscar de la Academia por su interpretación en “La rosa tatuada”, junto al
inolvidable Burt Lancaster.
Posteriormente,
en 1994 se fundó como tal el Santuario, en la caverna excavada, que fue usado
como refugio nocturno y almacén de alimento para los gatos. Las donaciones y
las visitas turísticas permitieron no sólo alimentar a los felinos, sino
también proporcionarles asistencia veterinaria y esterilizaciones, ya que son
muchos los gatos que llegan al Santuario en muy malas condiciones al ser víctimas
de accidentes o maltratos. Así, el Foro de Trajano, el Coliseo, el Cementerio
Protestante, donde reposan los poetas ingleses Keats y Shelly, a la sobra de la
gran Pirámide mausoleo del rico magistrado Caius Cestius, tienen también
colonias felinas atendidas por voluntarios, aunque allí los gatos son conocidos
como “guardianes de los muertos”...