17/5/12

Informe y texto: Karina Donangelo

La Edad Oscura del gato- (Parte 2 de 3)
La Edad Media….
Hasta el año 1000 de nuestra era, los gatos estaban bien conceptuados. Había multas por matar a un gato y los mismos adquirían un valor especial en el mercado si además eran buenos cazadores.
No se sabe a ciencia cierta cuándo, dónde ni por qué razón comenzó a ser visto con malos ojos. Mucho se ha escrito al respecto. Hay quienes dicen que fueron los celtas los que hicieron de él un símbolo de las potencias negativas de la naturaleza. Una antigua leyenda artúrica narrada en La Historia de Merlín, cuenta el combate del rey Arturo con el gato Chapalú, un miembro siniestro y diabólico de la familia gatuna que mantenía aterrorizados a todos los habitantes de la isla galesa de Anglesey. A este gato malvado se enfrentó el mítico rey, liberando a la población de su ferocidad.
La misma leyenda se trasladó a otras partes del continente. Así es como, encontramos a este gato diabólico también con el nombre de Chat Palug, en las cercanías del lago Bourget, en los Alpes franceses.
La crueldad del Chat Palug marcó definitivamente el destino de sus colegas y descendientes, que quedaron deudores de sus fechorías y desmanes. Los celtas, galeses y muchos de sus contemporáneos no sintieron la menor estima por los pequeños felinos y prefirieron mantenerlos alejados de los hogares e incluso los sacrificaron con frecuencia. Aquella hostilidad fue trazando un camino arduo para las generaciones futuras de gatos.
A partir del año 1180 a 1200, comienza la persecución de este felino en Europa por cuestiones de variada índole, pero muy especialmente por cuestiones religiosas. En esa época, el común de la gente no contaba con suficiente instrucción, y las ciencias todavía estaban en pañales. A esto se sumaba el hecho de que muchos jerarcas de la Iglesia Católica en su afán por afianzar su poder único y absoluto, comenzaron a ver conspiraciones y amenazas a su poder terrenal en cualquier cosa que escapara de su comprensión o gusto arbitrario. Así fue como se comenzó a observar al gato como un animal sospechoso de confabular contra las autoridades. Por absurdo y por desconocimiento absoluto de la fisiología y comportamiento de este felino, hasta se llegó a determinar en aquella época una serie de características “satánicas” del gato que se relatan a continuación:
1-      Actividad nocturna, propia de su actividad de cazador solitario (se interpretó como un aviso a los demonios por si venía alguien durante las orgías).
2-      Pupila vertical que se ensancha en la oscuridad y la mirada fosforescente, lo que por naturaleza le brinda al gato  una altísima visibilidad durante la noche (según ellos era el reflejo en el fondo del ojo llamado Tapetun lacidum).
3-      Personalidad misteriosa e incomprendida por sus características poco sociables, vida solitaria y falta de apego a las personas.
4-      Supervivencia a situaciones límites, caracterizada como las famosas “siete vidas” de un gato.
5-      Relaciones sexuales ostentosas, bulliciosas (lujuriosas) que hacían pensar en la posesión de un demonio. Aunque la llamada de la hembra en celo y los maullidos de los gatos durante el acoplamiento son normales para la especie.
6-      El gato estaba identificado además con dioses paganos (politeístas) como Bastet en Egipto, Freya de Alemania. Estos dos últimos puntos fueron tomados como pecados capitales por la Iglesia Católica.
Freya o Freyja, era una diosa del norte de Europa, escandinava o teutónica, como ya mencionamos anteriormente. Esta bella mujer, rubia y de ojos azules representaba, la belleza, el amor fructífero, los amantes y los placeres sexuales. Se representaba en un carro tirado por dos gatos, que representaban la fecundidad. El gato siempre se asoció a la creación y reproducción por su facilidad en la concepción y su excelente instinto maternal.
Esta diosa también era invocada para la germinación de los granos y el éxito de las cosechas. Los campesinos, acostumbraban poner un recipiente de leche para los gatos de Freya para que éstos a su vez les protegiera las cosechas. Luego se la consideró como diosa de la guerra y quien recibía los muertos del campo de batalla.
Por todos estos atributos, el cristianismo la consideró como diosa de los muertos y se fue cambiando su aspecto al de un demonio o bruja; se la representaba vieja, fea, arrugada, cruel y los gatos del carro se transformaron en caballos que montaban las brujas.
Por su parte, muchas brujas admitieron haber mantenido relaciones con Satanás personificado en la figura de un bestial gato negro; otras confesaron haberlo amamantado con su propia sangre. Y como el gato resultó ser el elemento por el cual el diablo se hacía con el alma de sus adeptos, fue cruelmente perseguido y aniquilado.
Muchas de estas brujas se ocupaban en hacer brebajes con partes de gato, según se decía para realizar hechizos de amor.
El culto se llevaba a cabo el día viernes y de allí deriva el nombre del día Friday. Se creía que este día era el más apropiado para casarse. Luego, los cristianos consideraron que era una ofensa utilizar ese día, que era el de la muerte de Jesús para rendir culto a una diosa pagana, practicante de brujería.
Posteriormente, el cristianismo comenzó a perseguir, torturar y quemar a los seguidores de Freya y a los gatos. El pueblo en general ignorante y tendiente a creer en las fuerzas sobrenaturales, volcó su odio por las calamidades climáticas o enfermedades, sobre las brujas, los gatos y las minorías étnicas como los judíos y los negros.
Algunas de las creencias de la época, se relatan a continuación: Se pensaba que Satanás se transformaba en un gato negro, y tenía relaciones sexuales con las brujas.
Otros creían que las brujas se transformaban en gatos por su magia y las lesiones que se provocaban a los gatos, luego aparecían en el cuerpo de las brujas u otros implicados.
Se decía que el poder maléfico de los gatos estaba en su cabeza y en la cola. En Francia, en el siglo XV se llegó a creer que si una joven pisaba la cola de un gato, no conseguiría marido durante todo ese año.

Bulas Papales

A tal punto llegó la aversión de la Iglesia Católica por el gato que varios de sus más afamados representantes escribieron documentos (bulas) en contra de este felino. En el año 1227, el Papa Gregorio IX describe en una de ellas al demonio con un gato negro. En la bula dictada en el  año 1230, el Obispo de París, Guillermo de Auvenia, describe a Lucifer como un sapo o un gato. En el año 1300, el Papa Clemente V acusó a los Templarios de brujería, por adorar a un gato negro y realizar prácticas sexuales anormales. Y en 1484, el Papa Inocencio VIII, bajo el martillo de la Santa Inquisición, alentaba el sacrificio de gatos, quemándolos en fiestas populares, una práctica para nada sagrada y mucho menos piadosa…. Incluso recomendaba sacrificar a cualquier médico naturalista que pretendiera utilizar hierbas curativas.
De acuerdo con registros de la época, en distintas localidades de Europa se desarrollaron fiestas populares donde se sacrificaban gatos en diferentes formas, aunque predominaban las que terminaban quemándolos vivos.. En Metz, Francia, por ejemplo, en el año 1344 se quemaron 13 gatos vivos en la hoguera popular. Y estas prácticas se mantuvieron hasta por lo menos los años 1733-1777. En Ypres, Bélgica, era común que se lanzaran gatos vivos desde la torre de la catedral a las llamas de una hoguera en la plaza. Si bien esta costumbre perduró hasta el año 1817, aún hoy se sigue llevando a cabo este ritual, con la única variante que ahora se lanzan gatos de peluche y es signo de buena suerte agarrar uno. En Alemania por lo general se acostumbraba cazarlos y posteriormente asarlos. En Aix en Provence y en París se quemaban vivos en la hoguera de San Juan que se llevaba a cabo todos los 24 de Junio. Esta práctica recién fue suprimida en el siglo XVII, por el rey Luis XIV. En Inglaterra, durante la coronación de Isabel I, se quemó un cesto de mimbre lleno de gatos, por ser la representación del Papa enemigo de la Iglesia Anglicana.
La Peste  Bubónica o Peste Negra
Pese a todas las versiones que analizamos anteriormente, todo parece indicar que la Edad Oscura del gato comenzó con la terrible peste negra que asoló Europa en el siglo XVI.
Se cree que alrededor de 1347/1348 navegantes genoveses trajeron la peste al viejo continente en sus barcos que venían de Asia (China e India). La mayor parte de los historiadores coincide en afirmar que murieron en Europa alrededor de 25 millones de personas; esto significó que 3 de cada 4 europeos perecieron por la cruel enfermedad. La Peste hizo estragos particularmente en las poblaciones urbanas, las cuales tenían una pésima sanidad, y a esto se sumó la superpoblación y la convivencia con las ratas.
Esta enfermedad fue producida por la bacteria Yersinia pestis o Pasteurella pestis, que recién se descubrió a fines del 1800. Esta bacteria enfermaba a las ratas y era transmitida por las pulgas de estos roedores; una vez adquirida por el ser humano, se transmitía de hombre a hombre. Por aquel entonces se desconocía la causa de esta enfermedad y se pensaba que era un castigo divino por los pecados humanos.
Aunque la población de gatos había disminuido muchísimo por la persecución de los dos siglos anteriores y las ratas proliferaban sin problemas; muchos felinos tampoco escapaban de esta enfermedad, la cual les era transmitida a través de las pulgas de las ratas.
La epidemia se extendió por toda Europa y duró alrededor de 200 años. Se llegó a pensar que aquello era el preludio del fin del mundo. Y por ende, muchos se entregaron a conductas  libertinas, lo que acrecentó costumbres primitivas, sexuales y crueles, promoviendo una vez más las ceremonias de matanzas, de gatos y personas incriminadas en la brujería.
Y es que la superstición popular identificó como responsables de la cólera divina a todos aquellos que parecían los más perturbadores, indeseables y lóbregos. Tal fue el caso de los judíos. Rápidamente se los acusó de ser los causantes de la epidemia por medio de la intoxicación y el envenenamiento de pozos. En consecuencia, en muchos lugares de Europa, se iniciaron pogromos judíos y una extinción local de comunidades judías. Aun cuando líderes espirituales o seculares trataron de impedir esta situación, la falta de autoridad debido a la agitación social, que a su vez era consecuencia de la gravedad de la epidemia, generalmente no les permitía a aquellos tener éxito.
Las brujas, también se convirtieron en víctimas propiciatorias e instrumentos de expiación, Y junto con ellas, sus símbolos y animales totémicos, especialmente el gato, que, siendo en el sentir popular el alter ego de las brujas y compañero de los maleficios, sufrió la peor de las suertes.
Como podemos ver, la Edad Media, no solo se caracterizó por ser una época de oscurantismo para la humanidad; de hecho fue la época más negra para la existencia del gato en el mundo occidental conocido. Fueron años en donde cualquier explicación lógica quedaba fuera de juego. Ninguna explicación coherente o científica alcanzaba para explicar fenómenos naturales, o enfermedades. Todo se atribuía  a poderes sobrenaturales y en especial al poder del Diablo y las brujas que eran sus representantes en la Tierra. Es sabido que muchos eclesiásticos se valieron de esta situación de extrema ignorancia para estimular a las masas incultas y supersticiosas, para que realizaran cacerías y matanzas de personas y gatos, que no respondían a sus gustos o que podrían socavar su poder.
Las pocas y únicas islas de paz donde lastimosamente lograron sobrevivir los hostigados felinos fueron principalmente las zonas rurales. Paradójicamente, también sobrevivieron ocultos en monasterios y palacios, pero de forma clandestina. Sí, en efecto, no había monasterio sin gato, ni habitación de niños de alcurnia que no contara con la presencia de algún virtuoso y benéfico felino. Es comprensible, puesto que solamente aquellos lugares en los que los gatos habían sido respetados y cuidados se mantuvieron relativamente a salvo de la fatídica enfermedad.
Los gatos en la Era Moderna
No fue hasta el siglo XV y el XVI, es decir hasta el Renacimiento, cuando los movimientos humanistas reivindicaron la cultura clásica de Grecia y Roma, junto con su aprecio por los gatos Y el gato doméstico fue revaluado por la Iglesia Católica, a tal punto que el Cardenal Richelieu dejó parte de su herencia a sus gatos. Se seguía condenando a la brujería y las herejías, pero el gato ya no corría la misma suerte tan funesta.
Poco a poco el gato fue recuperando su lugar en la sociedad, y se convirtió en adorno de salones palaciegos. La aristocracia se hacía retratar junto a ellos y  al morir les hacían construir tumbas y les componían sonetos.
Sin embargo, la presencia y el status del felino recién se consolidó en el siglo XVII. Durante aquel período los nobles franceses hicieron construir los primeros chatieres (antecesores de las famosas “puertas gateras”) para que sus mascotas pudieran ir y venir a su gusto.
En España, escritores como Francisco de Quevedo, el fabulista Félix María de Samaniego y pintores de la talla de Velázquez o Murillo lo describían como un animal elegante y singular, astuto y excelente cazador. Con esto pretendían erradicar la mala fama del gato y devolverlo a la posición que realmente merecía.
A mediados del siglo XIX, el gato se estableció definitivamente en los hogares, y a finales del siglo XIX fue tal la pasión por este animal que comenzaron a organizarse las primeras exposiciones sobre felinos, estableciendo los rasgos específicos de cada raza. Fue también en este siglo que Louis Pasteur vio en los gatos un primer ejemplo público de higiene, pues, como es sabido, los gatos se la pasan acicalándose y lavándose gran parte del día. Así, poco a poco fueron gozando de una creciente popularidad.
Ya en el siglo XX y en el XXI, los gatos son definitivamente adoptados como cazadores y exterminadores de ratas y plagas. Pero además son adoptados como animales fieles de compañía, mimados y rodeados de afecto y comprensión, considerados incluso como un miembro más de la familia.
Estos dos siglos lo ubicaron en las primeras planas, como protagonistas del cine y la televisión, en tiras cómicas, dibujos animados e historietas.
Muchas son las anécdotas que podríamos mencionar respecto al protagonismo que han tenido distintos gatos a lo largo de estos dos últimos siglos. Profundizaremos en ello, en el siguiente artículo. Pero a modo de adelanto mencionaremos las siguientes:
Los gatos en la Segunda Guerra Mundial
Una de las anécdotas más famosas se relaciona con el caso del hundimiento del acorazado alemán Bismarck el 27 de Mayo de 194. Este poderoso buque había sido alcanzado al anochecer del día anterior por un pequeño torpedo aéreo en el punto más vulnerable del casco; los timones, por efecto de la explosión quedaron trincados a babor hacia donde viraba a toda máquina tratando de esquivar a los demás torpedos del resto de la escuadrilla atacante. El resultado fue que el Bismarck fue  imposible de gobernar y, tras un gran castigo de los barcos de la armada inglesa, se hundió en el mar. Horas después, el destructor británico Cossack husmeaba a poca velocidad la zona del hundimiento en busca de algún resto interesante o algún sobreviviente.
En una de esas paradas, tras recoger algo del mar, el barco reemprendía la marcha cuando un marino creyó oír un grito de auxilio o algo parecido, por la banda contraria a la que trabajaba. Suspendida la retirada, los británicos escudriñaban el mar en la dirección señalada en busca de quien había emitido aquel grito. Sin embargo, no veían más que restos de petróleo, maderas y un trozo de algo flotante como de 50 centímetros con algo negro encima .Ese algo negro se movía y era un gato negro. Lo que se había oído era su maullido. Debía haber estado esperando a que le recogieran desde el buque pero solo cuando vio que éste se ponía en marcha decidió a hacerse notar.
¿De dónde había podido salir aquel gato? ¿Del Bismarck?, Imposible tras el castigo que había sufrido. Pero, sin embargo, ningún otro buque había sido hundido por aquellas latitudes así que necesariamente tenía que pertenecer a la tripulación del acorazado, así que era un gato alemán y por lo tanto enemigo. Informado el capitán del Cossack, ordenó inmediatamente subir al animal y hacerlo prisionero. El gato dio un gracioso salto y se encaramó a los hombros del marinero rescatista. Una vez a bordo salto a la cubierta, se sacudió enérgicamente y comenzó a lamerse el cuerpo tratando de eliminar las manchas de petróleo sin prestar demasiada atención a los divertidos marineros que observaban sus maniobras.
Alguien trajo un plato de leche para el minino que interrumpió su aseo para bebérsela e, inmediatamente después, siguió con su tarea. Tras un rato, se dieron cuenta de que llevaba un collar que confirmaba sus sospechas: era alemán y podía leerse su nombre y su graduación: Oscar, Capitán de Corbeta. Al lado aparecía una cruz gamada y otro nombre: Bismarck . De alguna forma había conseguido escapar del destrozado buque. Herr Oscar se adaptó sin traumas a la nueva situación y poco a poco fue explorando el buque. Un mes más tarde el barco ya no tenía secretos para él. Solía pasar revista una vez al día de proa a popa, sin omitir el puente de mando donde el capitán le daba novedades. Desde el 1 de Enero 1939, fecha de su nacimiento oficial ya que un marino estudiante de veterinaria había sentenciado que el gato tenía un año y medio de edad o casi, nació Oscar: ahora tenía un nuevo collar en el que podía leerse: Oscar, Royal Navy, 1941.
Otra anécdota tiene que ver en este caso con los ingleses y su imperiosa necesidad de recibir la ayuda de los birmanos durante la Segunda Guerra Mundial. Ya que Birmania tenía una localización estratégica en el conflicto. Sin embargo, la población se negaba a colaborar con los ingleses, dada la gran influencia que tenían los japoneses en ellos. Todos los esfuerzos eran inútiles y la diplomacia aliada ya no sabía cómo conseguir una alianza con los birmanos. Sin embargo, se les ocurrió aprovechar la creencia que tenían estos pobladores, sobre la divinidad de los gatos e hicieron pintar en todos los vehículos militares gatos blancos. Además, se ordenó traer ese tipo de gatos a las bases militares, para que vivieran ahí. Los birmanos consideraron esa señal divina como inequívoca, y de ahí en adelante colaboraron con los ingleses, desoyendo la influencia japonesa.
Y por último mencionaremos a  Sir Winston Churchill, que se encontraba muy enfermo, en cama, atendido por sus médicos. Estaba con su gato, quien le cuidaba día y noche y no se apartaba de su lado. Una noche, cuando ya parecía que estaba fuera de peligro, y los médicos no temían por su vida, su gato empezó a maullar para salir de la habitación. Al día siguiente, Churchill amaneció muerto, habiendo presentido su gato la muerte inminente de su dueño, y despidiéndose de él. Como recompensa de su afecto, al estar con él hasta el final, Churchill no se olvidó de él en su testamento.

Todos los caminos conducen a Roma…

En la actualidad, existen en Roma cerca de 300.000 gatos, en unas 2.000 colonias, protegidas desde el año 2001, por la Junta Municipal del centro histórico de Roma que los declaró Patrimonio Biocultural de la ciudad. De esta forma, en aras de la larga amistad que une al pequeño felino con las calles y ruinas de la Ciudad Eterna, los romanos salvaron la herencia y la riqueza que aporta el denominado “Felinus romanus”, que contempla majestuoso, las inmemoriales ruinas de Roma. Las colonias son cuidadas por voluntarias amantes de los felinos, conocidos como gattare, que han fundado varios santuarios felinos a lo largo de la ciudad. Uno de los más famosos se encuentra a la sombra de la Torre Argentina, un santuario felino situado junto al lugar donde el emperador Julio César fue asesinado. Este lugar, que contiene algunos de los templos más antiguos de Roma, fue excavado en 1929, dejando un área protegida bajo el nivel de la acera, al que se trasladaron los mininos. Y tras ellos, los gattare. A ella se dirigía todas las mañanas para alimentar a sus queridos mininos la más famosa de los gattare, la gran actriz italiana Anna Magnani, premiada con un Óscar de la Academia por su interpretación en “La rosa tatuada”, junto al inolvidable Burt Lancaster.
Posteriormente, en 1994 se fundó como tal el Santuario, en la caverna excavada, que fue usado como refugio nocturno y almacén de alimento para los gatos. Las donaciones y las visitas turísticas permitieron no sólo alimentar a los felinos, sino también proporcionarles asistencia veterinaria y esterilizaciones, ya que son muchos los gatos que llegan al Santuario en muy malas condiciones al ser víctimas de accidentes o maltratos. Así, el Foro de Trajano, el Coliseo, el Cementerio Protestante, donde reposan los poetas ingleses Keats y Shelly, a la sobra de la gran Pirámide mausoleo del rico magistrado Caius Cestius, tienen también colonias felinas atendidas por voluntarios, aunque allí los gatos son conocidos como “guardianes de los muertos”...